El Pastor de Nueva York Tim Keller me ha enseñado mucho acerca de la vida centrada en el evangelio.
En su libro Iglesia Centrada, hace una comparación entre la religión y el evangelio que diagnostica malas características de una persona viviendo para ganar la aprobación de Dios y también demuestra cómo piensa una persona cambiada por el evangelio de Cristo.
La manera cómo Keller usa la palabra “religión” (69):
La “religión” o moralismo es evitar a Dios como Señor y Salvador desarrollando una rectitud moral para presentársela a Dios en un esfuerzo por mostrar que él nos “debe.”
La manera cómo Keller usa la palabra “evangelio” (69):
El evangelio, sin embargo, nada tiene que ver con desarrollar una justificación que le damos a Dios para que él nos deba; es Dios el que desarrolla y nos da justificación a través de Jesucristo (1 Co 1:30; 2 Co 5:21).
Una Comparación Rápida Entre Religión y Evangelio (71)
Religión: “Obedezco; luego soy aceptado.”
Evangelio: “Soy aceptado; luego obedezco.”
Religión: La motivación se basa en el miedo y la inseguridad.
Evangelio: La motivación se basa en un gozo agradecido.
Religión: Obedezco a Dios para conseguir cosas de él.
Evangelio: Obedezco a Dios para conseguir a Dios, deleitarme en él y parecerme a él.
Religión: Cuando me critican, me siento enojado o devastado porque para mí es esencial pensar que soy una “persona buena.” Las amenazas a esa imagen de mí mismo deben ser destruidas a toda costa.
Evangelio: Cuando me critican, aunque lucho, no es esencial que piense que soy una “persona buena.” Mi identidad no se fundamenta en mi actuación, sino en el amor que Dios me tiene en Cristo.
Religión: Mi vida de oración consiste principalmente en peticiones y solo soy ferviente cuando estoy en necesidad. El objetivo principal de mi oración es controlar las condiciones que me rodean.
Evangelio: Mi vida de oración consiste en momentos abundantes de alabanza y adoración. El objetivo principal de mi oración es tener comunión con él.
Religión: La visión de mí mismo oscila entre dos polos. Si—y cuando—vivo a la altura de mis estándares me siento seguro, pero entonces tiendo a ser orgulloso y antipático con la gente que fracasa. Si—y cuando—no vivo a la altura de los estándares, me siento humilde aunque inseguro; me siento fracasado.
Evangelio: La visión de mí mismo no se basa en una visión propia como alguien que alcanza logros morales. En Cristo soy pecador y perdido a la vez, pero aceptado. Soy tan malo que él tuvo que morir por mí, y soy tan amado que él gustosamente murió por mí. Esto me hace ser más humilde y sentirme más seguro, sin ser llorón ni jactancioso.
Religión: Mi identidad y valía propias se basan principalmente en lo arduo que trabajo o cuán íntegro soy, por eso debo menospreciar a quienes percibo como perezosos o inmorales. Los desdeño y me siento superior a los demás.
Evangelio: Mi identidad y autoestima se centran en el que murió por sus enemigos, incluido yo. Solo por pura gracia soy lo que soy, por eso no puedo menospreciar a quienes creen o practican otra cosa. No tengo ninguna necesidad interior de ganar argumentos.
Religión: Como miro a mi propia calidad o actuación para mi aceptabilidad espiritual, mi corazón fabrica ídolos. Pueden ser mis talentos, mi registro moral, mi disciplina personal, condición social, etcétera. Definitivamente necesito tenerlos para que sean mi mayor esperanza, significado, felicidad, seguridad y fundamento, diga lo que diga que creo acerca de Dios.
Evangelio: Tengo muchas cosas buenas en la vida: familia, trabajo, etcétera, pero ninguna de ellas son fundamentales para mí. No son cosas que definitivamente tengo que tener, por eso hay un límite en cuanto a la cantidad de ansiedad, amargura o depresión que pueden producirme cuando se ven amenazadas o las pierdo.
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Esta información se encuentra en las paginas 69 y 71 de Iglesia Centrada: Cómo ejercer un ministerio equilibrado y centrado en el evangelio en su ciudad por Tim Keller.
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