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Vida Cristiana

Honrando a Dios trabajando desde casa: Mi Entrevista con Coalición por el Evangelio

22/07/2019 by kevin Leave a Comment

En esta entrevista con Josué Barrios de Coalición por el Evangelio, contesto las siguientes preguntas. Dejé mi respuesta para la última pregunta.

  1. ¿Cómo conociste el evangelio y llegaste a ver cómo Cristo transforma nuestra visión del trabajo?
  2. El trabajo desde casa, o remoto, se hace más común incluso en empresas grandes. ¿Qué ventajas o desventajas hay en trabajar remoto?
  3. Algunas personas sueñan con trabajar desde casa porque lo consideran más cómodo. ¿Qué dirías al respecto? ¿Por qué es importante abrazar la vocación que Dios nos haya dado, sin importar si sea un trabajo “cómodo” o no?
  4. ¿Cuáles consejos compartirías a los creyentes que trabajan desde casa?
  5. Muchos creyentes que trabajan desde casa encuentran que usualmente tienen menos oportunidades para evangelizar a otras personas. ¿Qué consejos darías al respecto?
  6. ¿Cómo tener un balance correcto entre el trabajo y el descanso cuando trabajamos desde casa?

Trabajar requiere disciplina y entendimiento de lo que requieren tus jefes. ¿Tienes que cumplir ciertas horas o ciertas responsabilidades? Asegúrate de que estás haciendo lo que debes hacer, y que estés haciéndolo con calidad.

Si estás casado, habla con tu esposa (o un buen amigo si estás soltero) acerca de tu día y productividad para estar seguro de que estás dando al Señor y a tu jefe todo lo que debes.

También hay que entender lo que perdemos cuando trabajamos demasiado y nos negamos el descanso. Debemos recordar que el ritmo que Dios nos dio en la creación muestra que necesitamos descansar, podemos decir “no” a trabajar más y aprender cómo reposar en la manera que nos ayudará a ser productivos y más felices al largo plazo.

Hay mucho más que puedo decir, pero lo importante es darse cuenta del regalo que es el reposo y siempre tratar de hacerlo en la manera que Dios quiere. A veces vamos a pasar a través de temporadas cuando lo hacemos bien o mal, pero con sabiduría y la ayuda de amigos y personas maduras en la iglesia, vamos a crecer y poder vivir con más equilibrio.

Lee la entrevista.

Filed Under: Vida Cristiana Tagged With: Trabajo

¿Por qué me cuesta entender la Biblia?

04/06/2019 by kevin Leave a Comment

Escribí este artículo por Coalición por el Evangelio y su serie #CoaliciónResponde


La Biblia está llena de riquezas espirituales que nos pueden hacer sabios para la salvación, capacitarnos para vivir en piedad, y equiparnos para el ministerio (2 Ti. 3:14-17). Aun así, la tarea de leer la Biblia puede ser como armar un rompecabezas enorme en el que faltan piezas.

¿Quiénes son los amalecitas? ¿Por qué Dios le ordena a Israel que se purifique tanto en Levítico? ¿Quiénes son los fariseos y cómo me afectan? ¿Qué significan los sellos y las trompetas en Apocalipsis?

Sé que cada jota y tilde de las Escrituras es importante para nosotros, pero ¿por qué puede ser tan difícil entender la Biblia? Aquí hay ocho razones y algunas palabras de ánimo.

1. Vivimos en un tiempo diferente

La Biblia fue escrita entre 2,000 y 3,000 años atrás. Los tiempos han cambiado desde que Moisés cruzó el Mar Rojo y David gobernó como rey sobre Israel. Comprender el contexto histórico de la Biblia y el libro específico que estás leyendo te ayudará a cerrar la brecha entre entonces y ahora.

2. Vivimos en una cultura diferente

Los autores bíblicos escribieron a distintos grupos de personas en distintos lugares del mundo antiguo. Ellos suponen que los lectores conocen detalles culturales específicos y con frecuencia usan estos detalles para enseñar una lección.

Por ejemplo, un judío de la época de Cristo habría visto en Juan 4 cómo Jesús cruzó los tabúes culturales de entonces al hablarle a una mujer samaritana que fue rechazada incluso por su propia gente. Al cruzar tales límites, Jesús honra a una mujer que Israel despreciaría y con ello demuestra que su evangelio es para todos. Esto es algo que solemos pasar por alto.

3. Hablamos diferentes idiomas

Los 66 libros de la Biblia fueron escritos en hebreo, arameo, y griego antiguo. La naturaleza del lenguaje hace que la traducción precisa a veces sea difícil. El idioma original puede tener palabras, para expresar algo crucial, que un lenguaje moderno tal vez no tenga.

4. Somos pecadores

Nuestro pecado nos separa de Dios y nos ciega a la realidad espiritual (Is. 59:2; Sal. 115:4-8). 1 Corintios 2:14 dice que “el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son necedad; y no las puede entender, porque son cosas que se disciernen espiritualmente”. Nuestras mentes naturales a menudo luchan con lo que no podemos ver y lo que no es fácil de entender.

Cuando venimos a Cristo, recibimos el Espíritu Santo que nos ayuda en nuestra lucha contra el pecado y nos revela la verdad de las Escrituras (Jn. 14:26). Aun así, el pecado presenta una barrera para no captar completamente lo que Dios nos revela. Esta verdad se expone cuando las comunicaciones de Dios a través de sus profetas a veces tenían la intención expresa de ocultar la verdad de algunos y revelarla a otros (mira la explicación de Jesús de por qué enseñó en parábolas en Mr. 4:10–12; cp. Is. 6:9–10).

5. No sabemos cómo encaja la historia bíblica

La Biblia es fundamentalmente la historia de Dios reconciliando al mundo pecador con Él mismo a través de Jesucristo. Cada parte de la Biblia avanza esa historia o proporciona comentarios sobre asuntos importantes que se concretan en ella (por ejemplo, Proverbios o Levítico).

Entender las promesas claves, las personas, y los eventos de la Biblia le dan estructura y flujo. Por ejemplo, un capítulo clave de la Biblia es Génesis 12, donde Dios promete a los descendientes de Abraham una tierra, ser bendecidos, y ser una bendición. El resto del Antiguo Testamento desarrolla esas promesas a medida que la familia de Abraham (más tarde conocida como la nación de Israel) crece, lo que finalmente conduce al cumplimiento de ellas en Jesucristo. La disciplina de la teología bíblica nos ayuda a leer la Biblia como se debe leer.

6. Tenemos habilidades de lectura débiles

La tecnología moderna y las redes sociales no fomentan la lectura cuidadosa. Muchos hoy en día no suelen leer con cuidado porque no tienen que hacerlo, lo que dificulta la lectura de la Biblia y otras formas de literatura. Aprender técnicas simples como hacer preguntas de observación e interpretación del texto, buscar palabras y frases repetidas, y mantener una estrecha vigilancia sobre el contexto nos permitirá descubrir el significado de las Escrituras.

Parte de leer bien la Biblia incluye saber leer diferentes géneros bíblicos. No lees la sección editorial del periódico de la misma manera que lees los cómics o los anuncios: adaptas tu forma de pensar al tipo de contenido que estás leyendo. Lo mismo debe ser cierto con la Biblia: las narraciones históricas deben tratarse de manera diferente a la poesía, y la literatura apocalíptica de la Biblia debe tratarse de manera diferente a las cartas del Nuevo Testamento.

7. Somos perezosos

A menudo queremos beneficios rápidos de la Biblia sin hacer el trabajo necesario. Podemos pasar un tiempo leyendo un capítulo y solo pensar en lo que nos viene a la mente con facilidad y en lo que nos gusta, perdiendo lo que Dios quiere comunicarnos por completo. Un predicador famoso dijo una vez que la verdadera lectura devocional de las Escrituras tiene que preocuparse por entender lo que el texto realmente está diciendo. Muchas veces somos como un marido que trata de mostrar amor a su esposa pero que no trata de entender sus palabras.

Como Pablo escribió a Timoteo: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad” (2 Ti. 2:15).

8. No nos acercamos correctamente a la Biblia.

Muchos se acercan a la Biblia tratando de encontrar lo que quieren ver (por ejemplo, consejos para un mejor matrimonio o cómo combatir la ansiedad) en lugar de preguntar primero: “¿Qué es lo que Dios está comunicando?”. Sin esa última pregunta, nos acercamos a la Biblia como si se tratara primero de nosotros en lugar de Dios.

La Biblia no es una enciclopedia de verdades espirituales o un libro de frases mágicas al azar que podemos usar como queramos. Es la autorrevelación de Dios a través de 66 libros distintos. Un enfoque egocéntrico de la Biblia casi siempre pierde las cosas más importantes que Dios quiere comunicar acerca de sí mismo, nuestro pecado, y su provisión gloriosa en Cristo.

Razones para animarnos

Tener en cuenta estas dificultades solía desanimarme. ¿Por qué no puede Dios hacerlo más fácil?

Si alguna vez has pensado de esta manera, anímate. Cada razón que mencioné anteriormente es un estímulo para estudiar mucho o un motivador para alabar a Dios.

  • Sí, la Biblia fue escrita originalmente hace miles de años en diferentes culturas y lenguas extranjeras. Pero podemos alegrarnos de que la Biblia sea para todos los pueblos en todo momento (Ro. 15:4) y no se limita a un grupo específico de personas en un lugar específico. Nuestro Dios es el Rey de la historia y será alabado por personas de todas las tribus, lenguas, y naciones (Ap. 7:9).
  • Sí, nuestra falta de comprensión espiritual hace que algunos pasajes de las Escrituras sean difíciles de comprender (¡Incluso para Pedro! Mira 2 Pe. 3:16). Pero si entendiéramos y conociéramos todo, tal vez nuestro Dios y su evangelio serían pequeños ante nosotros. Regocíjate en que los pensamientos de Dios no son nuestros pensamientos (Is. 55:8) con las palabras de Romanos 11:33: “¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son Sus juicios e inescrutables Sus caminos!”.
  • Sí, algunos géneros bíblicos todavía nos hacen tropezar, pero podemos alabar a Dios por la belleza literaria a través de la cual Él comunica verdades espirituales a nuestras cabezas y corazones.
  • Sí, nuestro pecado dificulta la lectura de la Biblia, ¡pero alabado sea Dios por la oferta de perdón y la nueva comprensión espiritual en Cristo!

Creciendo en la Palabra

[click_to_tweet tweet=”No hay atajos para conocer bien la Palabra. Debes leerla, y mientras lo haces, deléitate en ella.” quote=”No hay atajos para conocer bien la Palabra. Debes leerla, y mientras lo haces, deléitate en ella.”]

Por último, ¿quieres crecer en la Palabra? Considera incorporar estas sugerencias en tu vida:

  • Dedícate al estudio de las Escrituras (2 Ti. 2:15). No hay atajos para conocer bien la Palabra. Debes leerla, y mientras lo haces, deléitate en ella (Sal. 1; Sal. 19:10).
  • Ora por mayor comprensión. Dios nos da maravillosas palabras para orar en el Salmo 119:18: “Abre mis ojos, para que vea Las maravillas de Tu ley”.
  • Estudia la Biblia en comunidad. No descuides el regalo de la iglesia. Dios nunca quiso que entendiéramos las Escrituras o creciéramos espiritualmente aparte de otros hermanos en la fe. Recuerda también que Él nos dio pastores y maestros talentosos para que podamos llegar a la madurez (Ef. 4:11–16).
  • Si puedes, estudia en un seminario o un programa de capacitación como los Entrenamientos Coalición y el programa Pastores Entrenando Pastores.
  • Lee buenos libros, escucha sermones expositivos, y aprovecha recursos gratuitos como Cursos Coalición y Proyecto Biblia.

Oro que esto te aliente al estudio de la Palabra de Dios para que conozcas más al Cristo vivo y encuentres vida en Él (Jn. 5:39–40).

Filed Under: Vida Cristiana

El fruto amargo de una vida enfocada en sí mismo

20/02/2019 by kevin Leave a Comment

En el capítulo de su libro El Sermón del Monte sobre Mateo 5:38–42 titulado “Negarse a Sí Mismo y Seguir a Cristo”, el doctor Martyn Lloyd-Jones retó a sus lectores a ver “hasta qué punto el yo controla su vida.”

He sido retado por sus palabras que describen la raíz de muchos problemas emocionales que he experimentado en mi vida. Espero que sus palabras te reten para tomar tu cruz y seguir a Cristo en fidelidad y gozo.

Examinen su vida, su trabajo ordinario, las cosas que hacen, los contactos que tienen que establecer con la gente. Piensen por unos momentos hasta qué punto el yo entra en todo esto. Es un descubrimiento sorprendente y terrible ver hasta qué extremo el interés propio y la preocupación por sí mismo están implicados, incluso en la predicación del evangelio. Es un descubrimiento horrible.

Demos un paso más. Me pregunto si alguna vez nos hemos dado cuenta de hasta qué punto la infelicidad, los problemas, los fracasos de nuestra vida se deben a una sola cosa, a saber, el yo. Recordemos lo ocurrido durante la semana pasada, los momentos o períodos tristes, de tensión, la irritabilidad, el mal carácter, las cosas hechas y dichas de las que se avergüenzan, las cosas que los turbaron y que los desequilibraron… La mayor parte de la infelicidad y dolor, la mayor parte de nuestros problemas en la vida y en nuestra experiencia, nacen de esta causa y fuente últimas, este yo.

El yo siempre significa desafiar a Dios; siempre significa ponerme a mí mismo en el pedestal en vez de a Dios, y por ello es siempre algo que me separa de Él. Todos los momentos de infelicidad en la vida se deben en último término a esta separación. Una persona que está en verdadera comunión con Dios y con el Señor Jesucristo es feliz. No importa que esté en una cárcel, que tenga los pies amarrados al cepo, que se esté quemando en una hoguera; es feliz si está en comunión con Dios. ¿No es ésta la experiencia de los santos a lo largo de los siglos? De modo que la causa última de toda aflicción o de la falta de gozo es la separación de Dios, y la única causa de la separación de Él es el yo. ¿Cuántas veces nos sentimos infelices? Quiere decir que, de una forma u otra nos buscamos a nosotros mismos o pensamos en nosotros mismos, en lugar de buscar la comunión con Dios. El hombre, según la Biblia, fue hecho para vivir por completo para la gloria de Dios. Fue hecho para amar al Señor Dios con todo el corazón, con todo el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas. Todo el ser del hombre fue hecho para glorificar a Dios. Por consiguiente, todo deseo de glorificarse a sí mismo o de proteger los propios intereses es por necesidad pecaminosa, porque me miro a mí mismo en lugar de mirar a Dios y de buscar su honor y gloria.


“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. Pues, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?” — Jesús en Marcos 8:34–36

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Las ventajas y los peligros de trabajar desde la casa

03/12/2018 by kevin Leave a Comment

La Internet ofrece a muchos cristianos la oportunidad sin precedentes de trabajar desde cualquier lugar del mundo, aun desde el hogar.

Como con todas las cosas en un mundo caído, si queremos glorificar a Dios con nuestro trabajo desde casa, debemos hacer lo mejor que podamos para aprovechar las ventajas y evitar las desventajas de trabajar así.

Por varios años he trabajado algunos días de la semana desde la casa y he disfrutado las ventajas de eso, pero también he visto algunos peligros en mi vida y en las de mis compañeros. Espero que la siguiente evaluación te ayude a pensar y trabajar con más fidelidad para la gloria de Dios.

Ventajas de trabajar desde la casa

  • Te ayuda a aprovechar el tiempo. Trabajar desde la casa significa que no necesitas ir en carro, bus, o tren a trabajar ni que perderás ese tiempo en el camino. Puedes levantarte en la mañana y trabajar inmediatamente si es tu preferencia. También puedes pasar más tiempo con el Señor o tu familia en las mañanas, ser más disciplinado con el ejercicio físico, o servir más en tu iglesia.
  • Te permite reducir gastos. Si trabajas desde casa, no gastarás tanto en el transporte para tu vehículo (gasolina, reparaciones, etc.). También, muchos trabajos no requieren ropa profesional como traje y corbata, permitiéndote ser más casual en tu vestimenta y así gastar menos en ropa.
  • Te permite trabajar desde muchos lugares. Algunos trabajos permiten que los empleados vivan lejos de la oficina, y algunos empleadores solo tienen oficinas digitales porque todos trabajan desde un lugar remoto. Mi casa en Chicago está a dos horas y media en carro de la casa de mi jefe pero, por medio de Internet, podemos hablar cada día cara a cara.
  • Te puede dar un horario flexible. Si estoy trabajando desde la casa y no tengo reuniones, mi horario normalmente es flexible y puedo tomar un descanso cuando quiera pasar tiempo con mi esposa, o salir a hacer las compras antes de que haya mucha gente en el supermercado.
  • Te da oportunidad de enfocarte y trabajar profundamente. Para mí, hay un montón de distracciones en la oficina que me impiden enfocarme para hacer trabajo profundo. Estas distracciones pueden ser conversaciones con compañeros, el sonido del teléfono, o personas hablando demasiado fuerte. La casa puede tener muchas distracciones también, pero con intencionalidad podemos transformar nuestra casa (o cuarto de la casa) en una zona perfecta para enfocarnos en nuestro trabajo.
  • Te puede reducir el estrés. El estrés a menudo viene por el mal tráfico, las relaciones estresantes, mayores gastos, y otras cosas que son normales para los que tienen un trabajo tradicional.
  • Muchas veces, los empleadores dan a sus empleados computadoras y celulares para su trabajo. Y todos que aman la tecnología dijeron: “¡Amen!”.

¡Estas ventajas son grandes! Al considerarlas, recordemos que las grandes oportunidades vienen con grandes responsabilidades de trabajar primero para nuestro amo principal: Cristo (Ef. 5:5–8).

Al mismo tiempo, no olvidemos que las consecuencias del pecado sobre el trabajo también afectan a quienes trabajamos desde casa (Gn. 3:17–19). También hay tentaciones y desventajas únicas.

Desventajas de trabajar desde la casa

  • Estar en la casa tiene sus distracciones. ¿Ver un partido de futbol durante el día? ¡Posible! ¿Lavar la ropa durante el día? ¡Posible! ¿Ser distraído por esas cosas? También posible. Un minuto de distracción en la casa rápidamente se expande para ser mucho más tiempo. Como creyentes llamados a ser sabios, aprovechando el tiempo que el Señor nos da (Ef. 5:15–16), es importante disciplinarnos con el uso de nuestro tiempo y estar seguros de que estamos agradando a nuestro Padre celestial al agradar a nuestro amo terrenal. Esto no significa no podemos poner la ropa en la lavadora durante el trabajo, pero sí significa que necesitamos administrar bien no solo los minutos del día, sino también nuestro enfoque. Si mi enfoque está en el trabajo de la casa en vez de mi trabajo, no estoy dando mi 100% al trabajo.
  • Es más fácil ser perezoso si nadie te supervisa. Trabajar desde casa requiere disciplina y organización. Nuestra productividad demuestra si somos verdaderos discípulos de Cristo. Es un asunto de integridad cristiana porque nuestros trabajos deben ser hechos en amor a Dios y a nuestro prójimo. Cada trabajo, no importa el que sea, sirve a alguien en este mundo, y nuestra pereza le roba la oportunidad a otros de disfrutar lo que hacemos. “También el que es negligente en su trabajo es hermano del que destruye” (Pr. 18:9).
  • Las relaciones con compañeros pueden ser más difíciles. Dios no nos hizo para relacionarnos a través de pantallas. Nos hizo para comunicarnos cara a cara. Aunque no es malo en sí hablar por el Internet, muchos de nosotros hemos perdido la bendición de tener mejores relaciones en persona. Alguien que trabaja desde la casa debe ser intencional en amar a otros y ser una luz para Cristo en su trabajo. Nos debe importar lo que está sucediendo en las vidas de nuestros compañeros, y debemos ver cómo podemos apoyarles en tiempos difíciles.
  • Se necesita mucha más intencionalidad en la comunicación. Sin ver a cada uno de tus compañeros día a día, tienes que construir estructuras para alcanzar tus metas. Por ejemplo, nuestro equipo se reúne por una hora cada semana para planear de nuestros proyectos, pedir ayuda, discutir retos que nos enfrentan, y orar. Sin embargo, debido a la distancia y los diferentes horarios, organizar esta clase de reuniones a veces puede ser difícil para muchos de nosotros.
  • Es fácil aislarse al trabajar desde la casa. Combina el aislamiento con acceso al Internet y tienes un ambiente perfecto para seguir los deseos de la carne en ver pornografía, comprar cosas que no necesitas, o perder tiempo en las redes sociales. Ten cuidado y busca el apoyo de tu cónyuge o iglesia para confesar tus pecados, rendir cuentas, y vivir en integridad.
  • Puede destruir tu cuerpo. Dios no nos creó para estar sentados por muchas horas cada día de cada semana por años y años. Yo he sufrido dolores en el cuello y también el síndrome del túnel carpiano por sentarme tanto enfrente de una computadora con una mala postura. Debemos ser cuidadosos con esto.
  • Puede ser estresante balancear la vida y el trabajo. Puede ser frustrante para ti y tu familia en casa comunicarles a veces la idea de que “estás allí pero no estás allí”, especialmente cuando alguien en el hogar tiene una pregunta que solo tomaría un minuto de tu tiempo. También, si usamos mal nuestra flexibilidad, nos da estrés porque no estamos haciendo lo que debemos hacer.

Si trabajas desde casa, probablemente reconoces muchas de estas ventajas y desventajas. Da gracias a Dios por tu privilegio, y pide su ayuda para maximizar tu productividad para su gloria. Te animo a ser agradecido por los beneficios de trabajar desde la comodidad de tu hogar, mientras al mismo tiempo te animo a estar al tanto de las desventajas que puedes experimentar.

Busca crecer en tus habilidades de enfocarte, bloquear distracciones, planear tu trabajo, y avanzar las metas de tu empleador, recordando “que cualquier cosa buena que cada uno haga, esto recibirá del Señor” (Ef. 6:8).

Publicado originalmente en Coalición por el Evangelio. También es disponible en inglés.

Filed Under: Vida Cristiana Tagged With: Trabajo

5 mentiras acerca del trabajo

21/11/2018 by kevin Leave a Comment

Mi primer trabajo fue en un puesto de comida de una piscina pública. Tenía 15 años, y desde entonces hasta acá me ha encantado trabajar. He trabajado entregando cartas para el correo, recogiendo basura para mi universidad, haciendo marketing para una empresa, y ahora como misionero entrenando pastores en la predicación expositiva.

Aunque tengo padres cristianos muy buenos quienes me enseñaron el valor de trabajar duro, no siempre veía la relación entre el trabajo y ser un seguidor de Cristo. En mi mente, conocía algunas de las verdades sobre cómo mi fe informaba mi manera de trabajar, pero estas verdades no llegaban a mi corazón.

Varias veces he aprendido, de manera difícil, cómo Dios quiere que trabajemos como cristianos. Por Su gracia, Dios me ha revelado varias mentiras sobre el trabajo que han infiltrado mi vida. Oro que estas lecciones te den una visión más grande de Dios y de Su propósito para el trabajo.

Mentira 1: El trabajo no es parte del plan perfecto de Dios.

Por mucho tiempo creía que el trabajo era uno de los resultados del pecado y no parte del plan original ni del buen diseño de Dios. Esta mentira probablemente entró a mi cerebro cuando era niño, observando a la gente en los programas de televisión quejarse de su trabajo y oyendo los gemidos de mis compañeros en la escuela que no querían hacer sus tareas. “En un mundo perfecto”, pensaba yo, “nadie tendría que trabajar, y yo podría hacer lo que quiera todo el día”, sin darme cuenta de que la mayoría de las cosas que quería hacer (jugar videojuegos, comer comida chatarra, y ver deportes) es imposible sin el trabajo de otras personas.

Las Escrituras nos muestran una realidad diferente, una que dice que el trabajo es una parte integral del plan de Dios para el mundo. Hemos sido creados a la imagen del Dios que trabajó en la creación. Él nos dio su ejemplo trabajando en la creación para que podamos seguirle y reflejarle en nuestro trabajo. Esta es la razón por la que Dios dio a Adán el “mandato cultural” de sojuzgar la tierra y tener dominio sobre cada cosa viviente (Gn. 1:28).

El mandato de trabajar vino antes de la Caída. El pecado pervirtió el buen diseño de Dios, resultando en que el trabajo fuera difícil y doloroso (Gn. 3:17-19). Sin embargo, aunque el pecado haya cambiado muchos aspectos del trabajo para nosotros hoy, no cambió el propósito de Dios.

Mentira 2: Mi trabajo se trata de mí.

Creí esta mentira por mucho tiempo. En mi corazón y mi mente, el que se beneficiaba más de mi trabajo era yo. Quería el dinero, la oportunidad, y el estatus que viene con mi trabajo. Cuando algo en el trabajo impedía mi habilidad de alcanzar lo que yo quería, me frustraba y causaba que mi actitud y motivación sufrieran.

Las Escrituras dicen que nuestro trabajo debe ser como “para el Señor” (Co. 3:23). Esto significa que Él es nuestro Jefe principal y tendremos que rendirle cuentas sobre nuestro trabajo. Dios creó el trabajo para bendecir a otros. Esto es tan cierto para el cocinero, como lo es para el conductor, el vendedor, el maestro, y el banquero, entre otros. Este nuevo enfoque hacia otros nos ayuda a obedecer los dos grandes mandamientos: amar a Dios y a nuestros prójimos.

Mentira 3: El único trabajo que Dios aprecia es el ministerio a tiempo completo.

Por mucho tiempo luchaba con mi llamado porque creía que no podía servir a Dios y tener un trabajo “normal” al mismo tiempo. Es cierto que un trabajo ministerial, como pastor o misionero, es uno que de manera más directa parece avanzar el reino de Dios, pero no significa que un trabajo no ministerial a tiempo completo no le sirva también a Dios. Si haces tu trabajo para el Señor, Él te puede usar.

Piensa en José, quien honró a Dios como pastor de ovejas, prisionero, oficial en la casa de Potifar, y eventualmente el hombre a la mano derecha del faraón. Daniel trabajo similarmente en el gobierno de Babilonia, permaneciendo fiel contra las presiones culturales y malas, y resistiendo hasta leyes y reyes que deseaban quitarle su vida. Abdías también trabajo como oficial del rey, protegiendo y alimentando a los profetas de Dios quienes estaban siendo perseguidos por la reina (1 Re. 18:3-4).

En pocas palabras: somos siervos de Dios no importe dónde trabajemos.

Mentira 4: El reposo es opcional.

Un verano durante mis estudios en el seminario, mi jefe me ofreció una gran oportunidad: “Kevin, este verano, puedes trabajar todas las horas que quieras, incluso sean horas extra, y te pago más”. ¿Horas extra y me pagará más? Decidí aprovechar esta oportunidad.

Después de unas semanas en las que trabajé más de 55 horas (sin mencionar mis responsabilidades en la iglesia), me di cuenta que empecé a odiar mi trabajo, mis responsabilidades en la iglesia, y hasta pasar tiempo con mis amigos. Tanto trabajo me desanimó física y espiritualmente. ¡Necesitaba un descanso!

A mi plan le faltaba una parte integral del plan de Dios para el trabajo: el reposo. Nuestro reposo imita al reposo que Dios tuvo después de crear al mundo (Éx. 20:8-11) y en las palabras de Timothy Keller, es “una celebración de nuestro diseño”. El reposo verdadero enfoca nuestros corazones en el Creador y nos rejuvenece para poder trabajar más.

El reposo tiene muchas dimensiones. Existe más que solo el reposo físico. El reposo espiritual se encuentra en Cristo cuando ponemos nuestra fe en Él. En Cristo reposamos del deseo de ganar la aprobación de Dios con nuestras obras (Mt. 11:28-30; He. 4:3). Necesitamos los efectos rejuvenecedores del reposo espiritual en comunión con Dios a través de la oración y de las Escrituras, del tiempo a solas con Él, y en comunión con otros creyentes.

Mentira 5: Mi trabajo me da mi identidad.

Es cierto que nuestro trabajo nos da parte de nuestra identidad terrenal. Pero si encuentro mi identidad y valor en mi trabajo, ellas dependerán de lo que hago. Y cuando haga bien, rápidamente mi trabajo se convertirá en un ídolo. Y cuando me vaya mal, tendré dudas si lo que estoy haciendo es lo que Dios realmente quiere.

Hay varias verdades que contradicen esta mentira sobre el trabajo. Somos pecadores perdonados, comprados por la sangre de Cristo y somos hijos de Dios. Por esta razón Jesús murió, para “redimirnos de toda iniquidad y purificar para si un pueblo para posesión suya” (Ti. 2:14). Si crees en Cristo, tu identidad no está en tu trabajo sino en Cristo. Este aspecto fundamental de tu identidad debe tocar las profundidades de tu ser hoy y 100,000 años en el futuro.

Trabajando en el poder del evangelio

La muerte y resurrección de Cristo otorga a cada creyente una nueva identidad y un nuevo poder en el Espíritu Santo para hacer su trabajo. En vez de separar nuestro trabajo de la adoración y la alabanza, debemos juntarlos para la gloria de nuestro Rey. En vez de enfocarnos en las frustraciones de trabajar en un mundo caído, el evangelio nos recuerda que gracias a la obra de Cristo en la cruz no siempre será así. Y en lugar de luchar para encontrar nuestro valor propio, podemos descansar en la verdad de que en Cristo, ya tenemos valor infinito en los ojos de nuestro Padre.

Lee este artículo en inglés.

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Cuando nuestras oraciones parecen no tener respuesta (R.C. Sproul)

24/08/2018 by kevin Leave a Comment

A veces nos parece que a nuestras oraciones les falta fuerza para traspasar el techo. Es como si nuestras peticiones llegaran a oídos sordos, y Dios permaneciera indiferente o despreocupado respecto a nuestro apasionado ruego. ¿Por qué nos acosan estos sentimientos?

Hay varios motivos por los cuales a veces nos frustramos en la oración. Examinaré algunos de los más importantes:

  1. Oramos sobre vagas generalidades. Cuando todas nuestras oraciones son vagas o bien de alcance universal, es difícil que experimentemos la euforia que acompaña a las respuestas claras y evidentes a la oración. Si le pedimos a Dios que “bendiga a todos en el mundo” o que “perdone a todos los del pueblo”, es difícil “ver” la oración contestada en alguna forma concreta. No está mal tener un rango amplio de interés al orar, pero si toda oración es tan general, entonces ninguna oración tendrá una aplicación específica y concreta.
  2. Estamos en guerra con Dios. Si no estamos en armonía con Dios o estamos en abierta rebelión contra él, difícil es que podamos esperar que preste oído benevolente a nuestras oraciones. Su oído se inclina hacia quienes lo aman y buscan obedecerle. Dios aleja su oído del malvado. Por lo tanto, una actitud de reverencia hacia Dios es vital para la efectividad de nuestras oraciones.
  3. Tendemos a ser impacientes. Cuando oro por paciencia, tiendo a pedirla “¡ahora mismo!”. No es inusual que esperemos años, de hecho décadas, para que nuestras más sinceras peticiones sean respondidas. Dios rara vez tiene prisa. Por otra parte, nuestra fidelidad a Dios tiende a depender de los actos “ágiles y corteses” de Dios. Si Dios se tarda, nuestra impaciencia da paso a la frustración. Necesitamos aprender la paciencia, pidiéndole a Dios su paz.
  4. Tenemos mala memoria. Es fácil que olvidemos los beneficios y dones recibidos de la mano de Dios. La persona piadosa recuerda los dones de Dios y no necesita uno nuevo a cada hora para mantener su fe intacta.

Si bien Dios efectivamente apila gracia sobre gracia, deberíamos ser capaces de alegrarnos por los beneficios de Dios aun si nunca recibiéramos otro beneficio de él. Recuerda al Señor cuando vayas ante él. Él no te dará una piedra cuando le pidas pan.

Es un fragmento del libro ¿Puede la oración cambiar las cosas? (gratis en Kindle) by R.C. Sproul. Usado con amable permiso de Ligonier. Hay más libros Kindle gratis en la serie Preguntas Cruciales: 

  • ¿Qué significa nacer de nuevo?
  • ¿Quién es el Espíritu Santo?
  • ¿Qué puedo hacer con mi culpa?
  • ¿Controla Dios todas las cosas?
  • ¿Qué es la Trinidad?

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22h

Las personas perdonadas perdonan.

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kph_esKevin Halloran - ES@kph_es·
23 Jun

😂 🤣 😅

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Retweet on TwitterKevin Halloran - ES Retweeted
JoALandetaJosé Andrés Landeta@JoALandeta·
22 Jun

Es grato saber que la gente buena se Kerigma Publicaciones están haciendo traducciones de excelente literatura a nuestro español. Atención aquí 👇🏻 https://twitter.com/DrPJWilliams/status/1539713426435497984

Peter J. Williams 🇺🇦@DrPJWilliams

Published in Portuguese and in Spanish the same week: @edicoesvidanova @PublicacionesK

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kph_esKevin Halloran - ES@kph_es·
23 Jun

Un versículo que siempre me anima a buscar a Dios:

Y sin fe es imposible agradar a Dios. Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe, y que recompensa a los que lo buscan. (Hebreos 11:6)

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kph_esKevin Halloran - ES@kph_es·
21 Jun

La definición de ídolo por Tim Keller:

“[Un ídolo] es algo que es más importante para usted que Dios, cualquier cosa que cautive su corazón y su imaginación más que Dios, cualquier cosa que espere que le proporcione lo que solamente Dios puede darle"

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