La definición de un evangélico que Graeme Goldsworthy comparte en página 30 de Cómo Predicar de Cristo Usando Toda La Biblia (lee mi reseña):
Un evangélico es alguien que mantiene la convicción de que la Biblia es la autoridad final por ser la Palabra de Dios escrita.
También es posible definir a un evangélico al precisar ciertos puntos a los que les da importancia: el evangélico valora las tradiciones de la iglesia pero las subordina a la Biblia; cree en el don de la razón humana pero entiende que ésta debe estar sujeta a la verdad última revelada por Dios, quien por sí solo determina qué es lo razonable; cree en la obra de gracia del Espíritu Santo en el creyente, pero sostiene que el Espíritu no trabaja de manera independiente de la Palabra bíblica o contra ella, por consiguiente, rechaza la creencia frecuente de que los cristianos tienen tres fuentes de autoridad: la Escritura, la tradición y la razón.
Esta creencia es rechazada por ser impracticable y poco realista, y porque conduce a error al sugerir que las tres autoridades son equivalentes; pero si llega a existir un conflicto entre ellas, una va a prevalecer. Una vez que aceptamos la autoridad suprema de la Escritura, la importancia de la tradición y la razón no se cuestionan.
La importancia de la tradición, para los evangélicos, queda de manifiesto en la estrategia de los reformadores, quienes de continuo argumentaban que su postura era la única en verdad católica, declarada por los padres de la iglesia con claridad. El movimiento evangélico o evangelicalismo, a pesar de que hace relativamente poco tiempo surgió como un movimiento consciente de su identidad, se ve a sí mismo como el cristianismo auténtico, histórico y, en este sentido, tradicional.
Cuando pensamos en el asunto de la autoridad, necesitamos tomar en cuenta lo que dice 2 Timoteo 3:16–17:
Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra.
Aunque la tradición y la razón pueden ayudarnos, deben someterse a las Escrituras. Sólo la Escritura es inspirada por Dios y útil para la vida y el ministerio.
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