A veces nos parece que a nuestras oraciones les falta fuerza para traspasar el techo. Es como si nuestras peticiones llegaran a oídos sordos, y Dios permaneciera indiferente o despreocupado respecto a nuestro apasionado ruego. ¿Por qué nos acosan estos sentimientos?
Hay varios motivos por los cuales a veces nos frustramos en la oración. Examinaré algunos de los más importantes:
- Oramos sobre vagas generalidades. Cuando todas nuestras oraciones son vagas o bien de alcance universal, es difícil que experimentemos la euforia que acompaña a las respuestas claras y evidentes a la oración. Si le pedimos a Dios que “bendiga a todos en el mundo” o que “perdone a todos los del pueblo”, es difícil “ver” la oración contestada en alguna forma concreta. No está mal tener un rango amplio de interés al orar, pero si toda oración es tan general, entonces ninguna oración tendrá una aplicación específica y concreta.
- Estamos en guerra con Dios. Si no estamos en armonía con Dios o estamos en abierta rebelión contra él, difícil es que podamos esperar que preste oído benevolente a nuestras oraciones. Su oído se inclina hacia quienes lo aman y buscan obedecerle. Dios aleja su oído del malvado. Por lo tanto, una actitud de reverencia hacia Dios es vital para la efectividad de nuestras oraciones.
- Tendemos a ser impacientes. Cuando oro por paciencia, tiendo a pedirla “¡ahora mismo!”. No es inusual que esperemos años, de hecho décadas, para que nuestras más sinceras peticiones sean respondidas. Dios rara vez tiene prisa. Por otra parte, nuestra fidelidad a Dios tiende a depender de los actos “ágiles y corteses” de Dios. Si Dios se tarda, nuestra impaciencia da paso a la frustración. Necesitamos aprender la paciencia, pidiéndole a Dios su paz.
- Tenemos mala memoria. Es fácil que olvidemos los beneficios y dones recibidos de la mano de Dios. La persona piadosa recuerda los dones de Dios y no necesita uno nuevo a cada hora para mantener su fe intacta.
Si bien Dios efectivamente apila gracia sobre gracia, deberíamos ser capaces de alegrarnos por los beneficios de Dios aun si nunca recibiéramos otro beneficio de él. Recuerda al Señor cuando vayas ante él. Él no te dará una piedra cuando le pidas pan.
Es un fragmento del libro ¿Puede la oración cambiar las cosas? (gratis en Kindle) by R.C. Sproul. Usado con amable permiso de Ligonier. Hay más libros Kindle gratis en la serie Preguntas Cruciales:
Leave a Reply