Lo siguiente es un fragmento de ¡Alégrense Las Naciones! La Supremacía de Dios en Las Misiones por John Piper (paginas 246–247).
Las misiones existen porque la adoración no existe. El tema primordial que las misiones abordan es que la gloria de Dios está sumamente deshonrada entre los pueblos del mundo. Cuando Pablo llevó la acusación de su propio pueblo al clímax en Romanos 2:24 dijo, “El nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.” Este es el mayor problema en el mundo, y la mayor infamia.
La gloria de Dios no es honrada.
La santidad de Dios no es reverenciada.
La grandeza de Dios no es admirada.
El poder de Dios no es alabado.
La verdad de Dios no es vista.
La sabiduría de Dios no es estimada.
La belleza de Dios no es atesorada.
La bondad de Dios no es saboreada.
La fidelidad de Dios no es confiada.
Los mandamientos de Dios no son obedecidos.
La justicia de Dios no es respetada.
La ira de Dios no es temida.
La gracia de Dios no es querida.
La presencia de Dios no es apreciada.
La persona de Dios no es amada.
El infinito y todo glorioso Creador del universo, por quien existen todas las cosas y por quien todas las cosas subsisten, el cual sostiene la vida de toda persona en espíritu en todo momento (Hechos 17:25) es menospreciado, no creído, desobedecido y deshonrado entre los pueblos del mundo. Esa es la razón esencial para las misiones. El opuesto a toda esta irreverencia es la adoración. La adoración no es una reunión. La adoración no es primordialmente un culto de canciones de adoración o de escuchar una predicación. La adoración no es alguna forma de acto externo. La adoración es esencialmente una emoción íntima del corazón para atesorar a Dios por encima de todos los tesoros del mundo:
una valoración para Dios por sobre todo lo que sea de alto valor;
un afecto hacia Dios por sobre todo lo que es estupendo;
un saboreo hacia Dios por encima de todo lo dulcemente saboreable;
una admiración hacia Dios por encima de todo lo admirable;
un temor a Dios por encima de todo lo temible;
un respecto a Dios por encima de todo lo respetable;
una apreciación a Dios por encima de todo lo apreciado.
Otra cita impactante de Piper:
Yo creo que la proclamación del Evangelio en palabra y obra es la tarea de las misiones. La oración es el poder que empuña o dirige la espada de la Palabra. Y la Palabra es el arma por medio del cual las naciones serán traídas a la fe y la obediencia.
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