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La Santidad de Dios – Serie de Videos de R.C. Sproul

10/10/2017 by kevin Leave a Comment

La Santidad de Dios - Serie de Videos de R.C. Sproul

El libro La Santidad de Dios por R.C. Sproul es un libro importante que enseña una doctrina central de la fe que es menospreciada en nuestro tiempo.

Ligonier y Coalición por el Evangelio han publicado una serie de videos en YouTube enseñando este tema importante, los cuales pueden ver abajo o en este playlist.

¡Que Dios los anime a Uds. a reflexionar más en su Santidad!

“Sed santos, porque Yo soy santo.” 1 Pedro 1:16

La Importancia de la Santidad

El trauma de la Santidad

Santidad y Justicia

La demencia de Lutero

El significado de la Santidad

La Santidad de Cristo

Otro recurso recomendado: Aprendiendo la Teología Bíblica con Sugel Michelen

Filed Under: Recursos Tagged With: Coalición por el Evangelio, R.C. Sproul

Una oración para una vida de trabajo que honre a Dios

10/10/2017 by kevin Leave a Comment

“Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien sirven” Colosenses 3:23-24.

Padre, vengo a ti agradecido de la oportunidad de glorificarte con poder trabajar. Gracias porque puedo trabajar duro y dormir cansado cada día. Gracias por los días buenos y los días malos, y por los dones que me has dado para ayudar a este mundo a ser un lugar mejor.

Mientras que entiendo que el trabajo es bueno, también entiendo que hoy no es lo que querías que fuera, y que es a menudo difícil y algo frustrante. Experimentamos las consecuencias del pecado: trabajo laborioso, injusticia y pruebas causadas por el trabajo; y también el dolor de querer trabajar sin la posibilidad de encontrarlo. Que estas situaciones me conduzcan a anhelar más la venida de Cristo y la consumación de todas las cosas: incluyendo nuestro trabajo.

Que la Palabra moldee mis hábitos y actitudes en el trabajo. Ayúdame a evitar ambos peligros, el de ser perezoso y el de idolatrar mi trabajo. Ayúdame a ser un empleado humilde, enseñable, que trabaja duro y sin quejarme, aun cuando las tareas que hago no son mis favoritas. Que yo pueda trabajar lleno de fe y motivado por el amor a Ti y a aquellos se benefician de mi trabajo.

Confirma la obra de mis manos, ayudándome a ser productivo, paciente, enfocado, y perspicaz. Protégeme de las distracciones y de la tecnología que pueden estar obstaculizando mi trabajo en vez de ayudarme a hacerlo mejor. Que el Espíritu me guie en mi trabajo a ser gozoso, creativo, productivo y estar en constante adoración; recordándome siempre de tu amor y de que eres la razón por la que respiro. Enséñame a alinear mi trabajo, mi familia, mi participación en mi iglesia y mi descanso en una manera que maximice el fruto que doy para tu reino.

Haz que mi trabajo y mi actitud a adornen el evangelio y haz brillar la luz de Cristo en este mundo oscuro. Ayúdame a bendecir mi lugar de trabajo viviendo una vida digna del evangelio frente a mis compañeros, y ayúdame a honrar a mi jefe como te honro a ti.

Y mientras trabajo, fija mis ojos en Jesús y su obra consumada en la cruz que me da un tesoro que no podría ganar, descanso que no podría experimentar, y una esperanza viva que me anime a trabajar para la gloria de Dios.

Oro estas cosas sabiendo que me escuchas, en Cristo Jesús y para tu gloria. Amén.

Publicado originalmente en Coalición por el Evangelio.

Filed Under: Vida Cristiana Tagged With: Trabajo

8 razones para amar la sana doctrina

02/10/2017 by kevin 1 Comment

8 Razones Para Amar La Sana Doctrina - Una foto de la Biblia

Recientemente hablé con un pastor, el pastor Fernando, que me dijo con gozo que 450 personas dejaron su iglesia de 600. ¿Por qué estaba feliz?

Fernando llevaba años predicando un mensaje de prosperidad y prometiendo sanidad a su iglesia. Y a su redil le encantaba. Pero luego dos de sus hijos murieron en un período corto de tiempo, uno de violencia y el otro de enfermedad. Su mensaje de prosperidad empezó a desmoronarse. ¿Dónde estaba la bendición de Dios? ¿Por qué le estaba pasando esto?

Dios le reveló al pastor Fernando que él estaba predicando un falso mensaje que hizo daño a su congregación y los dejó sin preparación al enfrentarse a la profunda realidad del sufrimiento. Predicar esta doctrina falsa parecía dar resultados a corto plazo, pero a la larga estaba llevando a la gente tras riquezas y bendiciones que la Biblia nunca promete, y quitando el enfoque de las promesas mayores de las Escrituras.

La iglesia necesita sana doctrina para poder enfrentar las complejidades de la vida y de la fe.

¿Qué es la sana doctrina?

La doctrina es “enseñanza escritural de verdades teológicas”[1]. Añadir el término sano a doctrina aguza la definición con las ideas de “saludable” o “adecuado”[2]. Por tanto, una definición de lo que la Biblia quiere decir cuando habla de sana doctrina es la siguiente:

La sana doctrina es la enseñanza bíblica y adecuada de verdades teológicas que llevan a la salud espiritual y a vidas transformadas tanto de los individuos como de la iglesia

La sana doctrina debe ser el contenido de cada sermón, de cada estudio bíblico, de cada canción y de cada libro que leamos en la iglesia. Y debemos amarla. Aquí hay 8 razones por qué hacerlo:

1. Debemos amar la sana doctrina porque Dios ama la sana doctrina.

Las Escrituras ordenan que los líderes  “retengan la palabra fiel que es conforme a la enseñanza” y que “sean capaces también de exhortar con sana doctrina y refutar a los que contradicen” (Tito 1:9). La sana doctrina fluye de las palabras de Dios y de su voluntad revelada en las Escrituras. Dios nos dio Su Palabra y sana doctrina para que podamos conocerle, amarle, obedecerle, y enseñar a otros acerca de Él y de lo que Él ha hecho por nosotros en Cristo. Amémosla porque le amamos a Él.

2. Debemos amar la sana doctrina porque hace madurar tanto a los individuos como a la iglesia.

La doctrina que no es sana trastorna la fe, extravía a la gente, y finalmente nos hace perder el tiempo, como le sucedió al pastor Fernando. Enseñar sana doctrina lleva a la madurez espiritual, tanto en individuos como en la iglesia en su conjunto (Efesios 4:11-14). Conforme nos alimentamos de sana doctrina, vamos teniendo menos gusto por la teología que da comezón de oír pero que luego nos deja insatisfechos y necesitados de lo que verdaderamente necesitamos. La sana doctrina hace crecer nuestra fe y nos lleva a invertir el tiempo sabiamente para Cristo y Su Reino, haciendo madurar a la gente y a la iglesia a la imagen de Cristo.

3. Debemos amar la sana doctrina porque fluye del evangelio.

En 1 Timoteo 1:11, Pablo dice que la sana doctrina es “según el glorioso evangelio del Dios bendito”. El evangelio es un mensaje para ser proclamado y enseñado. La sana doctrina es la sustancia de la verdadera enseñanza del evangelio. Nuestro amor por el evangelio debería estar fuertemente atado con el amor por la sana doctrina, ya que comunica las verdades del evangelio que traen salvación a los oyentes (1 Timoteo 4:16).

4. Debemos amar la sana doctrina porque nos lleva a la santidad.

1 Timoteo 1:10 nos dice que existe una forma de vivir que es contraria a la sana doctrina. La doctrina correcta está ligada a la manera correcta de vivir, y esto es lo que quiere decir Pablo cuando habla del “pleno conocimiento de la verdad que es según la piedad” (Tito 1:1). La sana doctrina nos enseña acerca de un Dios santo y que está airado con el pecado, pero que nos ama lo suficiente como para sacrificar a Su Hijo en nuestro favor, para librarnos de ese pecado. La sana doctrina de un Dios santo produce gente santa.

5. Debemos amar la sana doctrina porque nos guarda de la falsa doctrina.

Las Escrituras apuntan a tres fuentes de doctrina: los demonios (1 Timoteo 4:1), los hombres (Mateo 15:9), y Dios mismo (Tito 2:10). La sana doctrina fluye de Dios mismo, y es incorruptible y dadora de vida. La sana doctrina es un ancla de verdad que nos guarda de ser “llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina” (Efesios 4:14). El amor por la sana doctrina será un “escudo de verdad” contra las mentiras y las doctrinas del enemigo, que son rampantes hoy día, incluso en muchas iglesias.

6. Debemos amar la sana doctrina porque nos lleva a la acción.

Las Escrituras preparan a los hombres y a las mujeres para toda buena obra (2 Timoteo 3:17). Del mismo modo, una enseñanza sana de las doctrinas de las Escrituras cataliza tanto el servicio como el testimonio, al instalar una convicción profunda y un gozo real en la vida de los cristianos. Escuchar la verdad de las Escrituras enseñada claramente exaltará la misericordia y la gracia de Dios, lo cual hará que estemos agradecidos y obedezcamos Sus mandamientos para ser luz en el mundo y proclamar el evangelio, “adornando la doctrina de Dios nuestro Salvador” (Tito 2:7-10).

7. Debemos amar la sana doctrina porque esto significa amar a Cristo mismo.

Nada me hace tener que contenerme como cuando escucho a los cristianos decir: “no necesito doctrina, ¡solamente quiero amar a Jesús!”. Esta gente no entiende que la doctrina es la que nos habla de Jesús, que es la Verdad hecha carne (Juan 14:6). Jesús vino a predicar (Marcos 1:38). Su predicación incluía comunicar doctrina que proclamaba quién es Él y cómo deben vivir sus discípulos en relación con Él y con el mundo.

8. Debemos amar la sana doctrina porque al final nos lleva a la adoración.

Contemplar las verdades acerca de Dios y Sus obras entre los hombres nos hace maravillarnos con asombro de su bondad (Salmos 107). La adoración no es solamente el resultado de la doctrina: es la razón por la que la doctrina existe. Pablo ejemplifica esto concluyendo una de las porciones más ricas de las Escrituras en cuanto a doctrina con la siguiente doxología: ”¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:33).

Dios quiere que la sana doctrina llene la iglesia con creyentes santos, que exalten y proclamen a Cristo y que maduren diariamente en el conocimiento de Dios y la obediencia a Él.

El pastor Fernando ha aprendido mucho desde que dejó de predicar el mensaje de prosperidad y comenzó a centrarse en enseñar las Escrituras. Aunque mucha gente ha abandonado la iglesia, nuevas personas han venido, ansiosas por escuchar la vedad. Los adolescentes que solían sentarse en la parte de atrás de la iglesia y enviar mensajes de texto durante el servicio se han movido ahora a las filas de adelante y han comenzado a servir y a alcanzar su comunidad. Este es un cuadro de la sana doctrina en acción. Enseñar sana doctrina es importante.

El lugar donde comienza la sana doctrina

Aunque estudiar doctrina en la iglesia local es una forma fantástica de crecer, quizás lo más importante que podemos hacer diariamente es estudiar las Escrituras con fidelidad y cuidado. Conforme hemos entrenado a pastores en el programa de WordPartners, hemos visto que a menudo el crecimiento en la sana doctrina viene cuando la Palabra derriba las doctrinas que no son sanas, que están enraizadas en un marco teológico defectuoso, en valores culturales específicos, o simplemente en no leer las Escrituras en su adecuado contexto histórico, bíblico y literario.

Prestemos atención al mandamiento de Pablo en 2 Timoteo 1:13 y “retengamos la norma de las sanas palabras que hemos oído, en la fe y en el amor en Cristo Jesús”.


[1] Baker’s Evangelical Dictionary of Biblical Theology

[2]  Entrada para ὑγιαίνω in Louw, Johannes P. and Eugene Albert Nida. Greek-English Lexicon of the New Testament: Based on Semantic Domains. electronic ed. of the 2nd edition. New York: United Bible Societies, 1996.

Publicado originalmente en Coalición por el Evangelio.

¿Qué es la sana doctrina? VIDEO

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¿Predicar la Palabra o ser guiados por el Espíritu? El Espíritu Santo y la predicación

25/09/2017 by kevin Leave a Comment

Un tema descuidado en muchos círculos evangélicos es el papel del Espíritu Santo en la  proclamación de la Palabra. La Biblia menciona varias veces que la Palabra de Dios es “viva” (Hebreos 4:12; 1 Pedro 1:24). ¿Qué le da a la Palabra este poder vivificante? El Único que habla a través de ella, es decir, Dios mismo por el poder del Espíritu.

Cuando la Palabra de Dios es proclamada y transmitida por el Espíritu, el aspecto “vivo” de la Palabra crea vida en aquellos que reciben la Palabra. John Woodhouse describe la relación entre la Palabra y el Espíritu de esta manera: “Una doctrina bíblica de la Palabra de Dios debe necesariamente ser integrada con la doctrina del Espíritu de Dios, y, a la inversa, un entendimiento bíblico del Espíritu de Dios es inseparable del concepto de la Palabra de Dios. La Palabra es el implemento del Espíritu, y el Espíritu el aliento por el cual Dios habla”.

Un buen ejemplo de esto es la predicación de Pedro en el libro de Hechos. Después de haber sido lleno del Espíritu en Pentecostés, Pedro comenzó a predicar de las Escrituras para probar que Jesús era el Cristo. ¿Cuál fue la respuesta a la Palabra predicada en el poder del Espíritu? Tres mil almas creyeron (Hechos 2:41). Esto no debería ser sorprendente. ¿Qué es lo que el apóstol Pablo describe como la “espada del Espíritu?” La Palabra de Dios (Efesios 6:17). Y, ¿quién inspiró las Escrituras mismas? El Espíritu Santo (2 Pedro 1:21). La Palabra es vida y el Espíritu es el mensajero que imparte esa vida a los oyentes, masajeándola en sus corazones y facultándolos para que crean y obedezcan.

Necesitamos de ambos

Algunos se enfocan solo en ser “guiados por el Espíritu” y no quieren que la Palabra se interponga en el mover del Espíritu. Esta forma de pensar es incorrecta por varias razones. Primero, las palabras del predicador llegan a depender de su propia experiencia subjetiva con Dios. Esto no sigue el mandato de la Escritura de “Predica la Palabra” (2 Timoteo 4:2), y puede guiar a la gente por un mal camino, al motivarlos a buscar experiencias especiales con Dios apartadas de las directrices de Su Palabra. Además, también muestra una doctrina errónea del Espíritu. El Espíritu es quien nos ilumina la verdad de las Escrituras y nos muestra a Cristo (Juan 16:13-14).

Un error opuesto sería mantener la verdad solo en un nivel intelectual, pensando que todo lo que se necesita es una explicación fiel de las Escrituras sin el poder del Espíritu que las conecte con los corazones y las vidas de los oyentes. No estoy diciendo que la Palabra puede ser genuinamente predicada separada del Espíritu: esa no es la idea. Isaías 55:11 nos recuerda que la Palabra de Dios alcanzará los propósitos que Él tiene para ella. Podemos estar tan enfocados en el aspecto intelectual de la predicación y el estudio de las Escrituras que nos olvidamos de nuestra necesidad de ser hombres que buscan Su rostro para traer Su mensaje viviente a nuestra congregación. La tarea de la predicación no es solo un ejercicio académico, es también algo que fluye de nuestras vidas al estar con el Señor.

Un velero puede ser estructuralmente confiable, increíblemente útil y también rápido. Pero solo se moverá cuando el viento sople en sus velas y lo empuje sobre el agua. De manera similar, la Palabra de Dios y su poderosa verdad pueden ser expuestas claramente, pero si no está acompañada por el estimulante poder del Espíritu, la verdad de la Palabra puede ser objetivamente escuchada, pero careciendo del poder y aplicación vivificante para nuestros corazones.

Un predicador entonado con el corazón de Dios trabajará diligentemente para estudiar y proclamar las Escrituras y depender del mover del Espíritu de Dios a través de la Palabra para alcanzar Su poder vivificador. Debemos de mover las velas de nuestra predicación para que el viento del Espíritu pueda mover y atrapar las velas de la Palabra, y así hacer llegar poderosamente Su verdad a los oyentes.

Cómo predicar la Palabra por el poder del Espíritu

No hay una fórmula mágica para predicar la Palabra por el Espíritu, pero a continuación hay algunas ideas que considerar:

1. Ore a través de todo el proceso de predicación

Los predicadores deberían estar en oración, buscando la dirección del Espíritu durante la preparación, proclamación, y después de la predicación, pidiendo al Espíritu de Dios que convenza y anime a través de la Palabra. La oración es una forma en que mostramos nuestra total dependencia en el Señor. ¿Cómo puede un predicador traer vida a personas espiritualmente muertas (Efesios 2:1)? Él no puede, solo el Espíritu de Dios puede dar vida a lo muerto (como en Ezequiel 37). Permita que esa verdad lo mueva a depender constantemente en el Señor en oración.

2. Prepárese en la Palabra

Depender en el Espíritu no es excusa para ser perezoso en el estudio. Los predicadores necesitan ser diligentes en su estudio de las Escrituras, para que puedan entenderlas lo suficiente como para explicarlas y aplicarlas claramente (2 Timoteo 2:15). Ore para que el Espíritu le dé entendimiento, revele la verdad y pueda ver áreas de aplicación para sus oyentes. Permita que la verdad de la Palabra de Dios obre poderosamente en su corazón y luego predique Su verdad con pasión.

3. Camine en el Espíritu

Caminamos en el Espíritu cuando ponemos nuestras mentes en las cosas del Espíritu, y evitamos contristar al Espíritu al desobedecerlo. Cuando caminamos en el Espíritu Santo, Su poder santificador nos limpia de pecado y nos prepara para buenas obras (2 Timoteo 2:21), incluyendo la tarea de predicación.

4. Invite a su congregación a orar por usted

Pablo pide por las oraciones de su pueblo varias veces, y específicamente pide por una puerta abierta para el evangelio (Colosenses 4:3), por una proclamación clara (Colosenses 4:4), y por denuedo en la proclamación del evangelio (Efesios 6:19). Invite a su congregación a orar de la misma manera por usted y porque el Espíritu pueda traer la Palabra con poder.

5. Confíe en Dios

Aun cuando no sentimos el mover del Espíritu como resultado de nuestra predicación, podemos descansar seguros de que Dios está haciendo su obra. El enemigo querrá desanimarlo a usted en su trabajo, pero confíe en Dios, que Él hará su obra por medio de Su Palabra y por Su Espíritu.

Cuando predicamos, nos preparamos para predicar, o pensamos en predicar, que nuestro pensar sea como el de Charles Spurgeon, quien subía a su púlpito constantemente diciéndose a sí mismo, “Creo en el Espíritu Santo… Creo en el Espíritu Santo…”.

Una oración por la proclamación de la Palabra por el poder del Espíritu

Oh Señor, te agradecemos por haber enviado a tu Hijo a morir por nosotros y sellar nuestros corazones con tu bendito Espíritu Santo. Enséñanos a caminar, a ministrar, y a predicar en el poder de tu Santo Espíritu. Que nuestras palabras sean valientes, claras, vivificantes, y que exalten a Cristo. Por favor, haz tu obra de convencer, santificar y facultar a tu pueblo a través de la predicación de tu Palabra. Permite que tu Palabra caiga en buena tierra y que tu Espíritu produzca nueva vida en los corazones de personas que no te conocen aún. Que todos podamos recibir tu Palabra con corazones gozosos y agradecidos y bendecir tu Nombre al amarte y disfrutar de ti.

En el poderoso Nombre de Jesús, Amén.

Publicado originalmente en Coalición por el Evangelio.


Aprenda más sobre nuestro ministerio entrenando a pastores en la predicación expositiva.

Filed Under: Ministerio Tagged With: Predicación

Desarrollando una visión ministerial para América Latina

25/09/2017 by kevin Leave a Comment

En los años 2000, una mega-iglesia bien conocida hizo un estudio para medir y evaluar cómo estaba cultivando el crecimiento espiritual en sus asistentes. Comenzaron con la presuposición de que entre más involucrados estuvieran sus miembros en la iglesia, más crecimiento espiritual experimentarían.

Estaban equivocados.

Los resultados del estudio mostraron que los esfuerzos de la iglesia para hacer crecer a su gente a través de programas no creaban creyentes maduros espiritualmente, y los dejaban insatisfechos y hambrientos de algo más. Entre más maduro un creyente era en Cristo, más insatisfecho estaba con lo que la iglesia le ofrecía.

Midiendo nuestro éxito

Pastores, ¿cómo medimos el éxito en nuestras iglesia? ¿Por la cantidad de personas que van? ¿Porque funcionan los programas? ¿Por las ofrendas? ¿Por profesiones de fe? ¿Por vidas cambiadas por el evangelio? De esta pregunta depende lo que considere ser la meta del ministerio de la iglesia.

¿Qué desea Cristo para su ministerio? La declaración ministerial de Pablo nos da la respuesta: “a quien [Cristo] anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre”, Colosenses 1:28. ¿Quiero decir que las programas dentro de una iglesia son malos? ¡No! Pero tenemos que asegurarnos que nuestros programas están fomentando lo que realmente es importante: hacer crecer y desarrollar discípulos en el evangelio de Jesucristo por medio de su Palabra Viva.

Teniendo el balance correcto entre programas y el crecimiento de discípulos

Una ilustración útil se encuentra en el libro El Enrejado y La Vid escrito por Colin Marshall y Tony Payne. Un enrejado es una estructura de madera que existe para apoyar y guiar el crecimiento de una vid. El enrejado simboliza las estructuras de la iglesia. La vid simboliza la vida espiritual impartida a discípulos cuando la Palabra de Dios está siendo implantada en el corazón del discípulo por el Espíritu Santo.

Igual como podemos medir la utilidad de un enrejado si apoya el crecimiento de la vid, los programas y las estructuras de la iglesia son buenos si causan que los discípulos crezcan. Si un jardinero edifica un gran enrejado y descuida la vid, se está olvidando del propósito del enrejado: apoyar el crecimiento de la vid.

Podemos organizar programas en nuestras iglesias en donde cientos o miles de personas asistan pero no están creciendo como discípulos de Cristo. Grandes ministerios han llegado a la triste conclusión de que estaban organizando enormes programas que producían poco crecimiento en las vidas espirituales de las personas.

Parte de la dificultad de cambiar nuestra manera de pensar es porque es más fácil contar asistentes a un programa que percibir cuánto están creciendo los discípulos. Es mucho más fácil contar sillas llenas que vidas cambiadas.

¿Cómo pueden los pastores enfrentar esta tendencia? Marshall y Payne sugieren varios puntos para desarrollar una visión ministerial enfocada en el hacer discípulos. Aquí hay tres maneras aplicadas a América Latina.

1. Piense que la gente es más importante que los programas

Cuando piense en una persona especifica, haga la pregunta: ¿qué ayudaría a esta persona a crecer en Cristo en el nivel de madurez donde se encuentra ahora? Es posible que no sea lo mejor dirigir a una persona a un programa simplemente por razón de su edad. Tal vez lo mejor sería que pudiera hablar con un creyente más experimentado y leer la Biblia juntos.

Pensar en personas antes que en programas significa edificar un ministerio alrededor de la gente. Tome el tiempo necesario para conocer a su gente: en qué momento están en su caminar con el Señor y cómo puede ayudarles a crecer. Esta idea tal vez suena extraña para muchas iglesias de América Latina, que han invertido años en bonitas estructuras ministeriales. Asegúrese de que la intención de los programas sea el cultivar una vida espiritual vibrante, por medio de estrategias Bibliocéntricas que permitan hablar la Palabra de Dios por medio del Espíritu de Dios, poniendo a las personas por encima de los programas.

2. Considere al pastor como un entrenador

En muchas iglesias de América Latina, el papel pastoral es visto como uno de poder. Esto puede causar que los pastores se estremezcan con el simple pensamiento de descentralizar su autoridad, facultando a otros por la obra del ministerio. Fallar en entrenar a otros falla en entender el deseo de Dios para el ministerio pastoral.

Dios constituyó a pastores y maestros, “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Ef. 4:11-12). Dios da dones a cada creyente para ministrar, y sus dones deben ser cultivados por el pastor.

Queremos que los pastores entrenen a los creyentes para multiplicar el ministerio dentro y fuera de la iglesia, para que más discípulos –saturados con la Palabra y llenos del Espíritu Santo– pueden entregar el evangelio a sus comunidades y lugares de trabajo. Dios dio la Gran Comisión a todos los creyentes, no solo a los pastores.

El modelo de Pastor-como-entrenador es lo que Pablo encargó a Timoteo a hacer en 2 Timoteo 2:2, y es el texto base del programa de WordPartners.

3. Extienda el ministerio de exposición bíblica desde el púlpito a los asientos de la iglesia

Dios salva mediante su Espíritu Santo implantando el mensaje del evangelio en nuestros corazones. Frecuentemente, esto sucede desde el púlpito. Pero también puede suceder durante las conversaciones diarias de la gente de la iglesia. Equipe a su gente a leer la Palabra para su propio beneficio y para poder explicarla a otros.

Cultive una cultura en su congregación que ame leer la Biblia juntos, y con amigos incrédulos. En la medida en que su congregación sea más Bibliocéntrica, crecerá en justicia y en su habilidad para ministrar y hacer buenas obras (2 Timoteo 3:16-17). De manera particular, este punto puede ser muy útil en conversaciones con amigos y parientes católicos, pues en vez de debatir sobre teología, pueden ir directamente a la Palabra y oír el mensaje de Dios.

Una de las razones por la que la Reforma Protestante cambió el mundo era que retaba a los creyentes a leer la Palabra por ellos mismos y no solamente depender en la interpretación del clero. El equipar a su congregación a estudiar la Palabra fielmente transformará su experiencia con Dios y con la iglesia.

El desarrollo de esta visión en su iglesia no sucede de la noche a la mañana. Tendrá que trabajar y evitar atajos que pueden hacer su trabajo más fácil. Dios sabe que no es fácil, y el apóstol Pablo lo sabía también, pero tenemos mucha razón de estar esperanzados. Después que Pablo escribió Colosenses 1:28, siguió con 1:29 que dice: “para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí”.

Dios puede vigorizarle en sus esfuerzos y trabajar poderosamente en usted. ¡Que Dios obre poderosamente en usted para hacer discípulos!

Publicado originalmente en Coalición por el Evangelio.


Si quiere más información acerca de nuestro ministerio entrenando a pastores en la predicación expositiva, vea el video abajo o lea nuesta pagina web.

Filed Under: Ministerio

50 cosas que pierdes cuando no vas a una iglesia

20/09/2017 by kevin Leave a Comment

Descargar mp3 | Gracias a Coalición por el Evangelio por la grabación.

http://tgc-audio.s3.amazonaws.com/Coalicion_Radio_Podcast/A080-50_cosas_que_pierdas_cuando_no_vas_a_una_iglesia.mp3

Los cristianos crean todo tipos de excusas para huirle al mandato de no dejar de congregarnos (Hebreos 10:24-25).

Algunos creen las mentiras de la sociedad secular, que dice que la iglesia no es necesaria y que nosotros mismos podemos ser las autoridades de nuestras vidas. Otros rechazan la institución de la iglesia porque líderes han abusado del poder. Otros dicen que pueden encontrar a Dios en lugares como la naturaleza o haciendo sus pasatiempos favoritos. Para otros, no piensan mucho en la iglesia porque no entienden su importancia para nuestras vidas espirituales y como testigo público.

Es triste ver la actitud de muchos cristianos que evitan la iglesia, especialmente al pensar en hermanos y hermanas en necesidad que hacen grandes sacrificios para congregarse. Oí una vez de un pastor que alquila un autobús para los servicios de su iglesia. Pero no es para traer a más personas al edificio de la iglesia: el autobús es su edificio, y la iglesia da vueltas por la ciudad para evitar a la policía y la persecución.

Desafortunadamente, para muchas personas en lugares más cómodos, la iglesia no es una prioridad. Cosas como dormir, los partidos de fútbol, Netflix, o las vacaciones son la prioridad.

Cuando evitamos la agenda de Dios y al pueblo de Dios, cosechamos las consecuencias. Si ya estás involucrado en una iglesia, que estas verdades te recuerden de todas las bendiciones que disfrutas a través de su cuerpo. Si no lo estás, que te pueda servir de aliento y advertencia.

50 cosas que pierdes

1. Te pierdes de obedecer el mandato de no dejar de congregarte (Hebreos 10:24-25).

2. Te pierdes de amar a Dios con tu obediencia, y por resultado, el experimentarlo más profundamente (Juan 14:21).

3. Te pierdes de amar a Jesús amando a su esposa por la cual dio su vida (Efesios 5:25-27; Hechos 20:28).

4. Te pierdes de escuchar la Palabra de Dios proclamada, y el crecimiento espiritual que vendría de ello.

5. Te pierdes de escuchar aplicación de la Palabra de Dios a tu vida, tu comunidad, y tu cultura (1 Corintios 2:5; 2 Timoteo 4:1-2).

6. Te pierdes el aprender cómo leer la Biblia mejor por ser instruido por personas con dones divinos de enseñar y predicar.

7. Te pierdes la oportunidad de estar equipado para discernir doctrinas engañosas y peligrosas que niegan o cambian el evangelio (Efesios 4:11-14).

8. Te pierdes de animar a otros hacia el amor y las buenas obras, y también recibir el ánimo que otras te pueden dar (Hebreos 10:25).

9. Te pierdes de usar tus dones para edificar al cuerpo de Cristo para la gloria de Dios (1 Pedro 4:10-11; Efesios 4:11-14).

10. Te pierdes la oportunidad de beneficiarte de los dones de otros creyentes (1 Pedro 4:10-11; Efesios 4:11-14).

11. Te pierdes de beneficiarte de los líderes que Dios te ha dado (Efesios 4:11-14; Hebreos 13:7).

12. Te pierdes el someterte a los líderes que Dios te ha dado, y por consecuencia, de someterte a Dios mismo (Hebreos 13:17).

13. Te pierdes de ser pastoreado a través de los gozos y dificultades de la vida (Santiago 5:13-14; 1 Pedro 5:1-2).

14. Te pierdes el aprender de y seguir el ejemplo de tu pastor (1 Timoteo 4:12; Hebreos 13:7; Tito 2:7).

15. Te pierdes el rendir cuentas por tus acciones a través de la disciplina de la iglesia, que es la disciplina de Dios (Mateo 18:15-17).

16. Te pierdes de ministrar a otros con tu presencia, es decir, animar a otros por tu presencia y compromiso al pueblo de Dios (Hebreos 10:24-25; Hechos 4:32-33).

17. Te pierdes de estar capacitado para la obra del ministerio y el fruto que tal capacitación produce (Efesios 4:11-14).

18. Te pierdes de dar y recibir oración para crecimiento personal y necesidades personales (Santiago 5:16).

19. Te pierdes las bendiciones de la oración grupal y la instrucción que viene de escuchar las oraciones de otros (1 Timoteo 2:1-2; Hechos 6:1-6).

20. Te pierdes el cuidar de los pobres como cuerpo de Cristo, o el recibir cuidado necesario (Hechos 11:29; 2 Corintios 8:4; 1 Juan 3:17).

21. Te pierdes el servir a otros, quitando tu enfoque de ti mismo (Romanos 12:9-13).

22. Te pierdes estar en el centro de la voluntad de Dios, la cual es revelada más mientras lo obedecemos y renovamos nuestras mentes en su verdad (Proverbios 3:5-6; Romanos 12:1-2; 1 Tesalonicenses 5:15-18).

23. Te pierdes de celebrar el evangelio a través del bautismo (Romanos 6:4; Mateo 28:19).

24. Te pierdes la participación regular de la Santa Cena para unirte con creyentes a través de la historia para celebrar la obra salvadora de Cristo y su reino venidero (1 Corintios 11:23-26).

25. Te pierdes de la ministración de “los unos a los otros” entre hermanos y hermanas en Cristo (Juan 13:34-35; Efesios 4:12; Romanos 12:10-16; Gálatas 5:16; etc.)

26. Te pierdes el cantar alabanzas a Dios con la iglesia de Cristo (Colosenses 3:16).

27. Te pierdes el demostrar la unidad del evangelio al hacer amigos con personas diversas en un mundo dividido por raza, nacionalidad, clase económica, y lengua (Efesios 2:11-22; Efesios 4:3; Santiago 2:1; Apocalipsis 5:9).

28. Te pierdes el hablar la verdad en amor a otros creyentes que creen o practican doctrinas que no son bíblicas (Efesios 4:15-16).

29. Te pierdes de dar gozo al Señor como su pueblo reunido (Sofonías 3:17; Salmos 149:4).

30. Te pierdes de regocijarte al ver a personas creer en Cristo y abrazarlos como hermanos (Hechos 16:5).

31. Te pierdes de invitar amigos y familiares que no son creyentes a la iglesia para escuchar del Cristo que salva (Mateo 28:18-20; Colosenses 4:5).

32. Te pierdes de aceptar a otros como Cristo te ha aceptado (Romanos 15:7).

33. Te pierdes el experimentar cómo el amor de Dios es perfeccionado a través de su cuerpo (1 Juan 4:12).

34. Te pierdes el recibir la ayuda que la Palabra de Dios, el Espíritu de Dios, y el pueblo de Dios te dan para crecer en madurez cristiana (2 Timoteo 3:16-17; Salmos 19:7; Efesios 4:11-14).

35. Te pierdes de experimentar el Espíritu Santo morando en la comunión de la iglesia (2 Corintios 13:14).

36. Te pierdes el recibir recordatorios de tu identidad y posición en Cristo (2 Corintios 5:17; Tito 3:3-7).

37. Te pierdes ser influenciado por hombres piadosos y mujeres piadosas que aman a Jesús más que el mundo, y la oportunidad de influenciar a otros (Tito 2:1-8).

38. Tierdes ver cómo Jesús, la cabeza de la iglesia, obra a través de su cuerpo para llevar a cabo su misión en el mundo (Efesios 5:23; Colosenses 1:18).

39. Te pierdes de amistades cercanas con personas que invocan al Señor con un corazón puro (2 Timoteo 2:22).

40. Te pierdes recordatorios de vivir una vida centrada en Dios, enfocada en sus planes para el mundo y tu papel en ellos (Efesios 1:3-7; Efesios 3:9­-10).

41. Te pierdes de entender con todos los santos cuál es la anchura, la longitud, la altura, y la profundidad del amor de Cristo (Efesios 3:18).

42. Te pierdes la oportunidad de dar a Dios ofrenda de lo que te ha dado (2 Corintios 9:6-8).

43. Te pierdes la oportunidad de que la Palabra de Cristo more en ti en abundancia por cantos, himnos, y canciones espirituales (Colosenses 3:16).

44. Te pierdes de compartir los sufrimientos de Cristo por llorar con los que lloran y llevar las cargas de otros (2 Corintios 1:3-5; Romanos 12:15; Gálatas 6:2).

45. Te pierdes de dar a conocer la infinita sabiduría de Dios a los principados y potestades en los lugares celestiales a través de la iglesia (Efesios 3:9-10).

46. Te pierdes el potencial de recibir el llamado al ministerio (1 Timoteo 4:14; 1 Samuel 3).

47. Te pierdes el enseñar a otros, en palabra y hecho, cómo seguir a Cristo (Tito 2).

48. Te pierdes el recibir ayuda al luchar contra el pecado y ayudando a otros a luchar contra pecado (1 Pedro 2:11; Santiago 5:16; Gálatas 6:1-2).

49. Te pierdes el apoyar a misioneros como iglesia (Filipenses 4:16-17).

50. Te pierdes ver cómo la iglesia es edificada y fortalecida cuando cada miembro del cuerpo funciona como debe, madurando el cuerpo y edificándolo en amor (1 Corintios 12:12-20; Efesios 4:16).

Hay mucho más que puedo añadir… esta lista solo sirve para empezar.

La idea central: Por el diseño perfecto de Dios, nosotros necesitamos la iglesia.

Cuando Jesús apareció a Saulo en el camino a Damasco, no dijo, “¿Por qué persigues a mi iglesia?” Dijo Jesús, “¿Por qué me persigues?” (Hechos 9:4). Jesús se identifica tanto con la iglesia que un ataque a su cuerpo es un ataque a Él.

Podría ser que Jesús mismo te esté diciendo no solo, “¿Por qué evades a mi iglesia?” sino también, “¿Por qué me evades a mí?”

Mi deseo no es forzar reglas legalistas a los lectores; al contrario, quiero despertar a los que están perdiendo una relación abundante con el Señor por causa de evadir a su cuerpo. En lugar de ser algo que evitar, la iglesia es una bendición grande de la mano de Dios, y debemos amarla y regocijarnos en ella.

5 maneras de responder

1. Confía en Jesucristo. Jesús murió en la cruz para reconciliar rebeldes con Dios el Padre y crear un pueblo santo para sí mismo. Cree en Él y su plan para ti, lo cual incluye a la Iglesia.

2. Estudia para tener una perspectiva bíblica de la Iglesia. Te recomiendo que leas Efesios, porque Pablo explica los propósitos gloriosos de Dios para la Iglesia y da sentido a por qué Dios nos manda a no dejar de congregarnos (Hebreos 10:24-25). También puedes escuchar un mensaje llamado “Pasión de la Iglesia” por Sugel Michelén.

3. Si no asistes a una iglesia saludable que predica la Biblia, busca una. Considera usar el directorio de Coalición por el Evangelio o Iglered.

4. Involúcrate. Comprométete a una congregación buena, involucrándote en un estudio bíblico, o incluso pidiendo que un creyente más maduro te enseñe en la verdad. Tal vez esto es lo que necesitas para superar dudas o debilidades que impiden tu crecimiento espiritual.

5. Ora que el Señor te guíe acerca de cómo participar en una iglesia y usar los dones que te ha dado para bendecir a otros y edificar la iglesia.

Publicado originalmente en Coalición por el Evangelio. 

Este artículo está disponible en inglés también.

Filed Under: Vida Cristiana Tagged With: Iglesia

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Kevin Halloran - ESFollow

Kevin Halloran - ES
kph_esKevin Halloran - ES@kph_es·
23h

Las personas perdonadas perdonan.

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kph_esKevin Halloran - ES@kph_es·
23 Jun

😂 🤣 😅

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JoALandetaJosé Andrés Landeta@JoALandeta·
22 Jun

Es grato saber que la gente buena se Kerigma Publicaciones están haciendo traducciones de excelente literatura a nuestro español. Atención aquí 👇🏻 https://twitter.com/DrPJWilliams/status/1539713426435497984

Peter J. Williams 🇺🇦@DrPJWilliams

Published in Portuguese and in Spanish the same week: @edicoesvidanova @PublicacionesK

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kph_esKevin Halloran - ES@kph_es·
23 Jun

Un versículo que siempre me anima a buscar a Dios:

Y sin fe es imposible agradar a Dios. Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe, y que recompensa a los que lo buscan. (Hebreos 11:6)

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kph_esKevin Halloran - ES@kph_es·
21 Jun

La definición de ídolo por Tim Keller:

“[Un ídolo] es algo que es más importante para usted que Dios, cualquier cosa que cautive su corazón y su imaginación más que Dios, cualquier cosa que espere que le proporcione lo que solamente Dios puede darle"

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