Yo creo que la pregunta más importante del mundo es ¿Qué espera Dios de nosotros?
Nadie quiere vivir su vida y pensar que está agradando a Dios y darse cuenta que ha desperdiciado toda su vida y que no ha logrado lo que Dios espera.
El profeta Miqueas comparte lo que Dios espera de nosotros en un versículo que resume el corazón de la vida cristiana, y es un versículo con tanta influencia que está escrito en el edificio de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. El hecho de poner este versículo allí demuestra la importancia que los fundadores vieron en el versículo y cómo es algo fundamental para una sociedad.

El versículo es Miqueas 6:8 (NVI) que dice:
¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios.
Para entender el versículo profundamente, necesitamos pensar un momento en el contexto. Miqueas era un profeta del Antiguo Testamento que escribió al pueblo de Dios y los reprendió por ser religiosos por fuera, pero corruptos por dentro. Miqueas describió el pueblo de Dios como un pueblo idólatra que robaba la propiedad y las herencias de los pobres, un pueblo violento, un pueblo de mentiras que solo buscaba sus propios intereses.
Y en los dos versículos antes del versículo de hoy, Dios describió la religión vacía. Los de Israel sabían que habían pecado contra Dios y están diciendo prácticamente, “OK, OK yo sé que soy culpable, pero ¿Cuánto cuesta limpiarme de mis pecados?” Y en versículos 6 y 7 de capítulo 6 Israel estaba subiendo lo que ofrece a Dios cada vez más:
¿Cómo podré acercarme al Señor
y postrarme ante el Dios Altísimo?
¿Podré presentarme con holocaustos
o con becerros de un año?
¿Se complacerá el Señor con miles de carneros,
o con diez mil arroyos de aceite?
¿Ofreceré a mi primogénito por mi delito,
al fruto de mis entrañas por mi pecado? (Miqueas 6:6–7)
La religión vacía del pueblo de Dios quiere comparar perdón y una conciencia limpia. Es una religión de transacciones: “Dios, te doy estas cosas y me debes perdón.” Tal persona parece ser muy religiosa, pero peca en su religiosidad.
Dios no se agrada en montones de animales muertos ni en sacrificios grandes—Dios quiere corazones que valoren lo que Él valora y que sean piadosos en la manera correcta.
Y vemos en versículo 8 tres cosas que Dios quiere de nosotros en vez de una religión muerta. Practicar estas tres cosas no nos asegura la salvación, sino que esto es cómo se ve la vida de alguien que agrada a Dios.
Practicar la justicia
La justicia es lo que es justo, imparcial; es vivir una vida de integridad, tratar a los demás en la manera que Dios quiere. Es no pedir sobornos, no favorecer a nadie, ni oprimir a los pobres, o vivir solo por uno mismo.
En Miqueas 3:1–2, Miqueas reprendió a los líderes de Israel por su falta de justicia:
¿Acaso no les corresponde a ustedes conocer la justicia? Ustedes odian el bien y aman el mal…
Practicar la justicia significa amar el bien y odiar el mal de manera que va a influenciar tus pensamientos y tus acciones a los demás.
Hay tanta injusticia en este mundo, y Dios quiere que reflejemos su carácter justo y quiere que bendigamos a otras personas practicando la justicia. Hay injusticias grandes como la esclavitud sexual, el robo, el racismo, el asesinato, violaciones; y hay injusticias más pequeñas, pero todavía serias: defraudar en los impuestos, robar tiempo de nuestro empleado, o hablar una verdad parcial con la intención de engañar.
Dios odia estas cosas. Él nos llama a practicar la justicia en cada área de nuestra vida pública y privada. Esto significa hacer lo bueno aun cuando te cuesta, servir a los demás aun cuando no recibes nada, defender los derechos de los pobres y oprimidos, aun vivir en integridad y santidad cuando estás solo. Es no callarnos cuando hay injusticias. ¿En cuales áreas de tu vida está Dios llamándote a practicar la justicia?
Amar la Misericordia
Es interesante que no dice que debemos “practicar la misericordia” como si fuera simplemente un hecho, dice “amar la misericordia”— es un afecto del corazón.
La misericordia es compasión mostrada a alguien que no la merece. Los que aman la misericordia quieren mostrarla en cada oportunidad que tienen. Esto significa que como seguidores de Cristo, hay que perdonar como Cristo nos perdonó (Efesios 4:32). ¿Cuál es tu actitud hacia personas que te han causado daño? Naturalmente estamos enojados. Naturalmente queremos venganza.
En los tiempos de Miqueas, el pueblo idolatra no mostraba misericordia. Sino eran violentos, mentirosos, se aprovechaban de sus vecinos, y así se quebrantaba la ley de Dios. Sabían que necesitaban la misericordia de Dios (por eso trataban de agradar a Dios con sacrificios extravagantes que Dios no pedía).
Para nosotros, sabemos que Dios nos ofrece misericordia porque podemos ver el ejemplo supremo de la misericordia de Dios: la muerte de Jesucristo en la cruz. Jesús murió en nuestro lugar y tomó el castigo de nuestros pecados en su cuerpo.
Si repito la pregunta que hacían los pecadores en el pueblo de Dios (la pregunta detrás las preguntas), “¿Cuánto cuesta limpiarme de mis pecados?”, La respuesta es que costó la sangre del Hijo de Dios.
Jesucristo, el Hijo de Dios, quien practicaba la justicia cada segundo de su vida, dio su vida voluntariamente para salvar a pecadores como tú y como yo. Y este mismo libro de Miqueas muestra la gran misericordia de Dios en 7:18–19:
¿Qué Dios hay como tú, que perdone la maldad y pase por alto el delito del remanente de su pueblo?
No siempre estarás airado, porque tu mayor placer es amar.
Vuelve a compadecerte de nosotros.
Pon tu pie sobre nuestras maldades y arroja al fondo del mar todos nuestros pecados.
No sé si algunos de ustedes han estado en un barco y han dejado caer su celular, o lentes de sol en el mar, pero la verdad es que no vas a encontrar esos lentes—se perdieron para siempre. Esa es la realidad. Pero es igual con el perdón que Dios nos ofrece en Cristo Jesús: Él arroja al fondo del mar todos nuestros pecados. Dios no va a castigarte por estos pecados, están en el fondo del mar—te da perdón completo.
Esta es la misericordia. Esto es lo que nos da poder de mostrar misericordia a otras personas. ¿A quiénes en tu vida necesitas mostrar misericordia, ya que sea perdón, servicio a personas que necesitan ayuda, o amando a una persona que no lo merece?
Para amar la misericordia, necesitamos recordar la misericordia de Dios y darnos cuenta que Dios puede ministrar su misericordia a través de nosotros. Tenemos la gran oportunidad de ser sus manos y sus pies a este mundo perdido que anhela la misericordia.
Humillarnos ante nuestro Dios
Prefiero otras traducciones que dicen “andar humildemente con tu Dios” (como LBLA porque es una traducción de la Biblia más literal del hebreo original) porque enfatiza que humillarte ante Dios no es algo que hacemos una vez y después volvemos a hacer lo que queremos. Es un estilo de vida: andar diariamente humillándonos ante nuestro Dios, recordando que Dios es Dios y que nosotros somos sus criaturas, pecadores que necesitan de su gracia, pero pecadores que han recibido Su gracia en Cristo Jesús.
Las primeras dos características (practicar la justicia y amar la misericordia) se hacen a su hermano, pero esta última cosa es algo que se trata de nuestra relación con Dios.
Para andar humildemente con nuestro Dios necesitamos cultivar una relación con Él: escuchando su voz en su Palabra y dándole nuestras alabanzas y cargas en oración. Necesitamos amar lo que Dios ama y odiar lo que Dios odia. Hay que querer seguir y agradar a Cristo más que cualquier otra cosa, y no tratar de comprar su aprobación con sacrificios extravagantes. Dios ya hizo el único sacrificio necesario. Este sacrificio de su Hijo en la cruz te da la oportunidad de disfrutar una relación con Él.
Cuando andamos humildemente con nuestro Dios, nuestra vida hace eco de lo que Miqueas dice en Miqueas 4:5:
Todos los pueblos marchan en nombre de sus dioses, pero nosotros marchamos en el nombre del Señor, en el nombre de nuestro Dios, desde ahora y para siempre.
Conclusión
¿Cuál es la motivación de tu religión? ¿Cuál es la motivación tuya de asistir a tu iglesia? ¿Cuál es la motivación tuya de tus interacciones con las demás personas, sean familiares, vecinos, pobres, o enemigos?
No necesitas preocuparte más de lo que Dios espera de ti.
¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios.
Justo como la Biblioteca del Congreso de Los Estados Unidos tiene este versículo colgado para que todas las personas lo vean, deseamos que Dios escriba este versículo en nuestros corazones tanto que el mundo pueda ver que Cristo vive en nosotros.
Oración
Padre celestial, Te damos gracias por Tu Palabra. Gracias que no necesitamos adivinar lo que Tú quieres de nosotros. Pedimos la ayuda de tu Espíritu para entender estas verdades en las partes más profundas de nuestros corazones para poder vivir este mensaje de manera que glorifique a Jesucristo y sirva a nuestro prójimo. Pedimos todo en el nombre del Señor Jesucristo, amén.