El Salmo 119 alegra mi corazón por la manera que habla de cómo la Palabra de Dios habla a toda la vida.
A pesar de que un nerdo de la Biblia como yo a veces bromea de la longitud de este salmo, su profundidad me asombra. Comparte muchas emociones positivas de cómo la Palabra de Dios nos transforma—pero aún más—revela cómo la Palabra de Dios sirve como baluarte para estabilizar almas atormentadas.
Según el Salmo 119, nos podemos regocijar en nuestras aflicciones cuando…
Nos damos cuenta que la Palabra reaviva y consuela.
Este es mi consuelo en la aflicción: que Tu palabra me ha vivificado. (Salmo 119:50)
La aflicción nos enseña la obediencia.
Antes que fuera afligido, yo me descarrié, pero ahora guardo Tu palabra. (Salmo 119:67)
Nos damos cuenta de que nuestras aflicciones son buenas para nosotros porque aprendemos los estatutos de Dios.
Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda Tus estatutos. (Salmo 119:71)
Contemplamos la fidelidad de Dios en medio de las aflicciones.
Yo sé, Señor, que Tus juicios son justos, y que en Tu fidelidad me has afligido. (Salmo 119:75)
Nos deleitamos en la Palabra de Dios y nos regocijamos en su gracia.
Si Tu ley no hubiera sido mi deleite, entonces habría perecido en mi aflicción. (Salmo 119:92)
Recordamos que Dios escucha el clamor de sus hijos afligidos.
Estoy profundamente afligido; Señor, vivifícame conforme a Tu palabra. (Salmo 119:107)
Mira mi aflicción y líbrame, Porque no me olvido de Tu ley. (Salmo 119:153)
¡Cuán glorioso y misterioso es nuestro Dios! Nos trae a través de tiempos difíciles para santificarnos y cambiarnos a la imagen de su Hijo.
En vez de quejarse de las aflicciones, aprovechemos las aflicciones para purgar pensamientos egoístas y regocijarnos de que nuestro Padre celestial nos ama y tiene planes para nosotros.
Nos aferramos a estas promesas como un hombre ahogándose agarra una salvavidas. Cuando hacemos eso, podemos realmente entender las palabras de versículo 71:
Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda Tus estatutos.
Leave a Reply