“…Pero se levantaran falsos profetas entre el pueblo, así como habrá también falsos maestros entre vosotros, los cuales encubiertamente introducirán herejías destructoras, negando incluso al Señor que los compró, trayendo sobre sí una destrucción repentina. Muchos seguirán su sensualidad, y por causa de ellos, el camino de la verdad será blasfemado; y en su avaricia os explotarán con palabras falsas. El juicio de ellos, desde hace mucho tiempo no está ocioso, ni su perdición dormida.” —2 Pedro 2.1-3 LBLA
Me sorprende cuando escucho a la gente decir que no debemos juzgar a los predicadores.
“Eso no es amar” o “La Biblia dice que ‘no juzgues’” son a menudo respuestas que ellos dan.
Mi primera reacción es: “¿Alguna vez has leído el Nuevo Testamento?” El Nuevo Testamento está LLENO de advertencias para cuidarnos de los falsos maestros que son lobos disfrazados de ovejas (Mateo 7:15) quienes pretenden ser siervos de justicia (2 Corintios 11:13–15) y de esta forma alejan a muchos de la verdad (Mateo 24:24). Nuestro llamado como cristianos es seguir el ejemplo de los de Berea (Hechos 17:10–15) y buscar en las Escrituras para ver si lo que escuchamos se alinea con la Palabra de Dios.
Cuidado con Joel Osteen
Joel Osteen es el pastor de Lakewood Church en Houston, Texas que tiene una influencia gigante. No creo que he visto a Osteen sin una sonrisa. No soy anti-sonrisa, pero soy anti-falsa enseñanza porque alimenta con veneno cubierto de azúcar a las almas perdidas y de las hambrientas. La predicación de la Biblia es más que solo tener una Biblia en tus manos mientras predicas y ocasionalmente citarla para apoyar tus ideas, ¡podrías estar destruyendo el mensaje de la Biblia como lo hizo Satanás cuando tentó a Jesús en Mateo 4:1–11!
A continuación, se muestra un extracto del libro de Osteen, Lecturas Diarias de lo Mejor de Ti: 90 Días para Desarrollar Tu Grandeza Interior, que muestra el peligro de su enseñanza. En este extracto, Osteen refiere a Génesis 3, un capítulo fundamental de la Biblia, que establece la pecaminosidad de la humanidad y nuestra necesidad de un Salvador:
“De vuelta en el Jardín del Edén, después de que Adán y Eva comieron la fruta prohibida, se escondieron. Al fresco del día, Dios se acercó a ellos y les dijo: “Adán, Eva, ¿dónde están?” Dijeron: “Dios, nos estábamos escondiendo porque estábamos desnudos.”
Me encanta la forma en que Dios les respondió. Él dijo: “Adán ¿quién te dijo que estabas desnudo?” En otras palabras, ¿quién te dijo que algo andaba mal contigo? Dios supo de inmediato que el enemigo había estado hablando con ellos.
Dios te está diciendo hoy: ¿Quién te dijo que no tienes lo que se necesita para tener éxito? ¿Quién te dijo que las mejores calificaciones que pudiste sacar en la escuela fueron C en lugar de A? ¿Quién te dijo que no eres lo suficientemente atractivo? ¿Quién te dijo que tu matrimonio no va a durar? ¿Quién te dijo que algo andaba mal contigo?
Esas son mentiras del enemigo. Necesitas rechazar esas ideas y descubrir lo que Dios dice de ti.
“Bueno, no creo que pueda obtener ese ascenso en mi trabajo, Joel.”
¿Quién te dijo eso? Dios dijo: “Nada bueno retendré cuando camines erguido.”
“Bueno, no creo que alguna vez me case, Joel. Hace tanto tiempo que no salgo con una chica, no creo que encuentre a alguien que me quiera por lo que soy y con quien sería compatible.”
¿Quién te dijo eso? Dios dijo: “Cuando te deleites en Él, Él te dará los deseos de tu corazón.”
“Bueno, no creo que pueda estar en la gerencia. No creo que pueda ser un líder.”
¿Quién te dijo eso? Dios dice: “Puedes hacer todas las cosas por medio de Cristo.” El potencial está dentro de ti. No cambia solo porque no lo creas o simplemente porque has pasado por algunas experiencias negativas en el pasado. El potencial ha sido depositado en ti permanentemente por el Creador del universo.
Lo que realmente dice Génesis 3
No, Joel, Dios no le preguntó a Adán y Eva:”¿Quién te dijo que algo andaba mal contigo?”
La Escritura es clara en cuanto a que algo andaba mal con ellos: ellos habían pecado contra Dios, quien les había ordenado que no comieran del fruto prohibido (Génesis 2:16-17). Dios los estaba confrontando por su pecado, no consolándolos en él. En lugar de explicar los orígenes del pecado en nuestro mundo y cómo Jesús es el Salvador prometido de Génesis 3:15, Osteen piensa que Dios simplemente quería que Adán y Eva se sintieran mejor consigo mismos.
Solo puedo pensar que tal enseñanza haría sonreír a Satanás.
Si bien las palabras narcisistas de Osteen suenan bien para endulzar los oídos, tienen más en común con las palabras de Satanás que con la Palabra de Dios. Cuando Satanás tentó al hombre y a la mujer en Génesis 3:5, él dijo: “Serás como Dios.” Osteen comunica la misma idea con diferentes palabras cuando coloca los deseos carnales del hombre en el centro de la conversación.
El anti-evangelio de Osteen
Las palabras de Osteen aquí son anti-evangelio. El evangelio dice negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguir a Cristo (Marcos 8: 34-35). Dice “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.” El dios de Osteen y la teología de la prosperidad no es más que un mayordomo que sirve a las personas lo que quieren: salud, riqueza y felicidad. El humano está en el centro y Dios es nuestro servidor.
El falso “mensaje de positividad” de Osteen de Génesis 3 no ofrece consuelo para el hombre despedido o la mujer soltera que anhela un esposo. En todo caso, les hace sentir peor acerca de sí mismos y su “falta de fe.” Cuando la enseñanza descuida exponer el pecado y mostrar nuestra necesidad de un Salvador, distraerá a los oyentes de lo que realmente necesitan: la salvación en Jesús. El evangelio no nos da nuestra mejor vida ahora como Osteen promete, pero sí nos da esperanza a través del sufrimiento. Se nos promete nuestra mejor vida más adelante si confiamos en Jesús y nos arrepentimos de nuestros pecados.
El evangelio enseña que Dios mismo es el mayor tesoro imaginable, mejor que cualquier cantidad de éxito o placer fugaz que podamos alcanzar en esta vida.
¿Por qué comparto esto?
Cuando pienso en el evangelio de la prosperidad, no puedo evitar pensar en mi amigo César. Él y su familia asistieron a una iglesia del evangelio de la prosperidad durante muchos años que predicaba mensajes al estilo Osteen. Ellos pensaban que eran buenos cristianos en el camino de Dios. Pero entonces Dios intervino y abrió los ojos de César a la verdad mientras buscaba las Escrituras. Ahora, César a menudo comparte con lágrimas en los ojos lo agradecido que está por Dios que lo rescató de las garras de la falsa enseñanza.
Mi esperanza para esta publicación es que Dios convierta a muchas más personas como César de la enseñanza falsa y a su evangelio que da vida. El verdadero evangelio es mucho mejor porque, como dice Albert Mohler con frecuencia,
“… el mayor problema con la teología de la prosperidad no es que promete demasiado, sino que promete demasiado poco“.
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