Vamos a ver la historia de una mujer reconocida en toda la Biblia por ser un ejemplo de fe en Dios. Lo sorprendente es que era… ¡una prostituta! 😱 😱 😱
Encontramos la historia de Rahab en Josué 2 cuando el pueblo de Dios iba a entrar a la Tierra que Dios había prometido a Abraham años antes en Génesis 12:1–3. Antes de entrar en la tierra, el pueblo de Dios mandó a dos hombres a espiar la Tierra Prometida.
Y en este viaje de espionaje, los dos espías encontraron a esta mujer Rahab. Rahab tal vez era una posadera que trabajaba en un hotel. No sabemos exactamente. Lo que sí sabemos es que el libro de Josué nos dice que era una ramera y que los espías se quedaron en su casa (Josué 2:1).
El rey de Jericó, el pueblo de Rahab, vino y habló con ella: “Saca a los hombres que han venido…porque han venido para reconocer toda la tierra” (Josué 2:3). Rahab básicamente le dijo que ya se habían ido, pero realmente estaban en el techo de su casa escondiéndose (Josué 2:5–6).
¿Por qué ayudaría Rahab a los espías? Hay que recordar que la consecuencia de sus acciones fue traicionar a su pueblo—¡no es algo pequeño! Pero hay una razón muy buena para hacerlo. Leamos las palabras de Rahab a los espías en Josué 2:9–11:
«Sé que el Señor les ha dado esta tierra, y que el terror de ustedes ha caído sobre nosotros, y que todos los habitantes del país se han acobardado ante ustedes.
»Porque hemos oído cómo el Señor secó el agua del Mar Rojo delante de ustedes cuando salieron de Egipto. También supimos lo que hicieron a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a quienes destruyeron por completo.
“Cuando oímos esto, nos acobardamos, no quedando ya valor en hombre alguno por causa de ustedes. Porque el Señor, el Dios de ustedes, es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.
La fe de Rahab
Vemos la fe de Rahab en estas palabras. Rahab reconoció quién es Dios: Dios es el Creador de los cielos y la tierra. Reconoció lo que hizo Dios: salvó su pueblo de la esclavitud en Egipto, demostrando que es más poderoso que la nación más poderosa en este tiempo. Sabía de las promesas que Dios había dado a Abraham—y creyó que Dios iba a cumplir sus promesas para el futuro, incluso dar la tierra de su nación a Israel. Sabiendo lo que iba a pasar, por fe pidió misericordia de estos dos espías:
»Ahora pues, júrenme por el Señor, ya que los he tratado con bondad, que ustedes tratarán con bondad a la casa de mi padre. (Josué 2:12)
Los espías hicieron un trato con Rahab y decidieron que la manera de marcar donde vivía Rahab y su familia fue atar un cordón escarlata a la ventana. Y al ver el cordón escarlata, el ejército de Israel pasaría la casa y dejaría a ella y a su familia en paz. Y eso es lo que sucedió.
Ella no sabía mucho acerca de Dios. No hubiera pasado un examen de conocimiento bíblico—pero tenía fe en lo esencial para recibir la salvación de Dios. La fe de Rahab produjo acción (Santiago 2:25), le impulsó a ayudar a los espías y le impulsó a pedir misericordia, no solo para ella misma, sino también por su familia entera, la cual recibió.
Cómo Rahab la prostituta apunta a Jesucristo
Es interesante que en el pasaje que algunos llaman “El Salón de la Fama” de la fe (Hebreos 11), el autor menciona a Rahab cuando menciona héroes de la fe como Abraham, Moises y David. “Por la fe la ramera Rahab no pereció con los desobedientes, por haber recibido a los espías en paz” (Hebreos 11:31). Y es porque Rahab es un ejemplo excelente de fe. No sabemos cómo, pero escuchó quién era Dios y las obras maravillosas que hizo. Y sabemos que solo escuchar acerca de Dios no vale nada: ella también creyó en Dios y, como resultado de su fe, buscó refugio del juicio venidero y lo halló.
Cómo Rahab fue salvada por su fe, nosotros recibimos salvación cuando miramos a Jesucristo en fe. No necesitamos un cordón escarlata, tenemos la sangre escarlata de Jesús derramada por nosotros en la cruz que es suficiente para saciar la ira de Dios que nosotros merecemos.
También, Rahab es un ejemplo maravilloso de que nadie es demasiado pecaminoso para recibir el perdón de Dios. Rahab era una prostituta, el trabajo más pecaminoso de esa sociedad, una persona reconocida por su pecado.
Pero hay salvación en Jesucristo, y solo necesitamos creer que necesitamos el perdón de Dios y pedirlo en fe. Dios está dispuesto a perdonarnos si clamamos a Él y renunciamos a nuestro pecado.
Como evidencia que Dios aceptó la fe de Rahab, veamos lo que Dios hizo en la vida de ella después de este episodio, algo que subraya la verdad de que nadie es demasiado pecaminoso para recibir el perdón. Rahab se casó con un hombre de Israel y tuvieron hijos. Es la tatarabuela del Rey David, y ancestro del Señor Jesucristo, como aprendemos en la genealogía de Jesús en Mateo 1:5. Esto significa que Dios tiene gracia por todos los pecadores arrepentidos. Nos ofrece perdón completo y adopción a su familia cuando creemos en Él. No importa lo que hemos hecho. Si tu tienes pecados grandes en tu pasado, hay esperanza para ti en el Señor Jesucristo porque, como dice Richard Sibbes, “Hay más misericordia en Cristo que pecado en nosotros.”
Rahab es un testimonio vivo de que Dios no nos salva porque hemos hecho un montón de buenas obras, nos salva por su gracia para que Él reciba toda la gloria (Efesios 2:8–9; 1 Cor 1:28–31).