Nota del editor: Este es un fragmento de Ansiedad: Cómo conocer la paz de Dios (una devocional de 31 días) (P&R Books, 2023), por Paul Tautges.
Por eso les digo, no se preocupen por su vida, qué comerán o qué beberán; ni por su cuerpo, qué vestirán. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa? (Mt 6:25)
La ansiedad es una parte tan grande de nuestra vida que es natural para nosotros hablar sobre ella con frecuencia. Sin embargo, definirla y entender cómo funciona a veces se siente como tratar de clavar gelatina a la pared. La ansiedad es una emoción, pero es más que un sentimiento. A menudo, incluye una reacción física, pero también es más que eso. Así que, ¿qué es la ansiedad exactamente?
Los escritores del Nuevo Testamento emplean dos palabras diferentes, aunque relacionadas, para referirse a la experiencia que llamamos ansiedad. Combinan el sustantivo merimna, que a menudo se traduce como “preocupación” con el verbo merizo, que significa atraer en diferentes direcciones o distraer. Estar ansioso, entonces, significa tener una preocupación distractora… tener nuestra mente y nuestro corazón en una disyuntiva entre dos mundos. Vemos esto en la advertencia de Jesús sobre las espinas que ahogan la Palabra de Dios, la cual fue diseñada para producir fe. Él identifica estas espinas como “las preocupaciones del mundo” (Mc 4:19) o “las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida” (Lc 8:14). Las preocupaciones ansiosas típicamente están ligadas con nuestra vida terrenal y casi siempre son temporales, no eternas.
Estas preocupaciones distractoras dividen nuestra energía mental y nublan nuestra vista espiritual; nos mantienen enfocados en el presente en lugar de en el futuro que se nos ha prometido pero no ha llegado. Forman cataratas sobre nuestros ojos espirituales y nos impiden o mantener un enfoque claro en cosas celestiales o mantenernos alerta con diligencia para el regreso del Señor (ver Lc 21:34).
La ansiedad nos desvía de lo más importante. Hace que nuestros ojos vean solo lo que está delante de nosotros en ese momento preciso. Nuestras preocupaciones hacen un gran esfuerzo para mantener nuestra vista enfocada en lo horizontal (las cosas del mundo) en lugar de en lo vertical (las cosas de Dios).
En el pasaje de hoy, Jesús nos ordena no preocuparnos por nuestra comida, nuestra bebida o nuestro vestido. Luego, de inmediato nos apunta a mirar hacia otro lado (ver Mt 6:26). Al mirar las aves del cielo y las flores del campo, trasladamos nuestro enfoque al Padre celestial, quien promete proveer para nosotros incluso mejor que para ellas.
En lugar de permitir que nuestra mente sea distraída por las dificultades del presente, Jesús nos manda: “Busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas” (Mt 6:33). A medida que renovamos nuestra mente y disciplinamos nuestro corazón para mantener las cosas eternas como prioridad central, aprendemos a descansar en Dios, quien ha prometido suplir todas nuestras necesidades. Por lo tanto, incluso cuando nuestras responsabilidades temporales requieren cierta atención, siempre podemos mirar al Señor con confianza, en lugar de estar temerosos.
Reflexiona: ¿Qué preocupaciones terrenales te están distrayendo ahora? ¿Qué preocupa tu mente?
Reflexiona: La ansiedad te distrae con cosas temporales, pero Jesús te recuerda centrarte en las cosas eternas.
Actúa: En un diario o cuaderno, anota todas las cosas que te tienen ansioso. Luego, convierte esta “lista de preocupaciones” en una “lista de oraciones”: llévale al Señor cada preocupación y pídele que te muestre cuáles tienen que ver con tus responsabilidades, cuáles requieren acción y cuáles debes confiarle (soltarle) a él en fe.
Recomiendo el libro Ansiedad: Cómo conocer la paz de Dios (una devocional de 31 días) (P&R Books, 2023), por Paul Tautges.