Confesión: Me cuesta concentrarme en la adoración pública y privada.
En lugar de levantar mi alma para contemplar la belleza del Señor mientras estaba en un servicio de la iglesia o leyendo mi Biblia en casa, mi mente se desvía a mis planes para más tarde en el día, mi equipo deportivo favorito, o lo que me está causando estrés—y a Satanás le fascina que me pase esto.
Cuando nuestra mente está en otro lugar, no puede estar fijada en adorar a Dios nuestro Creador y Redentor, que es nuestra razón de existir (Efesios 1:6, 12, 14; Isaías 43:7).
Si piensas que la distracción es única para nuestra generación impulsada por la tecnología, piénsalo de nuevo. El puritano Thomas Brooks escribió sobre ello en su clásico de 1652 Remedios Preciosos Contra las Artimañas de Satanás y compartió siete remedios para ayudarnos a concentrarnos mientras buscamos a Dios. A continuación, voy a explicar estos remedios.
Remedio #1: Centra tu corazón en la grandeza, santidad, majestad y gloria de Dios.
Deja que la gloria y presencia de Dios siga estando presentes en tu alma. Brooks escribe en su libro:
“¡Oh! que vuestras almas se vean afectadas por la presencia, pureza y majestad de Dios cuando estamos delante de Él. Un hombre tendría miedo de jugar con una pluma si estuviera en presencia de un rey… No existe nada que nos ayude a mantener fuera los pensamientos vanos, como el deleitarse en observar a Dios, como un Dios omnisciente, un Dios omnipresente, un Dios omnipotente, un Dios lleno de todas las perfecciones gloriosas, un Dios cuya majestad, pureza y gloria no le permite contemplar la menor iniquidad.”
Remedio #2: Deja que los pensamientos errantes te conduzcan a una adoración más diligente.
Si lees las Escrituras y no tomas lo que de ellas lees, tu alma se pierde de los beneficios de Dios. Lo mismo ocurre cuando permites que un cúmulo de pensamientos construya un nido en tu mente como un enjambre de mosquitos. Debemos apartar las distracciones de nuestra mente y usarlas como motivación para buscar Su rostro con mayor diligencia.
Brooks explica que cuando Satanás ve que sus distracciones solo están causando que busquemos a Dios con mayor diligencia, a menudo abandona la tentación. (Eso fue exactamente lo que hizo cuando Jesús resistió a sus tentaciones.)
Remedio #3: Rechaza los pensamientos insignificantes en lugar de complacerlos, porque hacer esto nos alejará del pecado y asegurará la bendición.
Las distracciones diabólicas no son sólo una pequeña molestia, sino una herramienta del enemigo que hace guerra contra nuestras almas. No debemos simplemente apartar los pensamientos inútiles, sino odiarlos porque nos impiden contemplar la gloria del Señor y ser transformados a Su imagen (2 Corintios 3:18). Considere la oración recomendada de Brooks:
“Cuando un alma en rectitud puede mirar a Dios a la cara, y decir: Señor, cuando me acerco a ti, hay un mundo de pensamientos vanos que perturban mi alma, y debilitan mi fe, y disminuyen mi consuelo y fortaleza espiritual. ¡Oh, estas son mi estorbo, mi carga, mi tormento, mi infierno! Oh, haz justicia sobre estos, libérame de estos, para que te sirva con más libertad, unidad, espiritualidad y dulzura de espíritu. Esos pensamientos pueden afligir a esta alma, pero no dañará esta alma, ni prohibirán que una bendición alcance esta alma”.
Brooks’ resume: “Los pensamientos vanos pasan a través de los mejores corazones; pero son alojados y apreciados sólo en los corazones pecaminosos.”
Remedio #4: Vigila los pensamientos pecaminosos, resistiéndolos y asesinándolos.
Brooks dice que esta no es sólo “la evidencia más dulce y fuerte del poder de la gracia, y de la honestidad de nuestros corazones, es la forma más fácil y segura de deshacerse de ellos” (Sal. 139:23).
Estar vigilantes, por el poder del Espíritu, atacará cualquier cosa que desvíe nuestra atención de las cosas celestiales. Deléitate y alaba al Señor en cada pensamiento. Rechaza los pensamientos que contaminan el alma, que distorsionan la imagen de Cristo en ti. Considera cada pensamiento distractor o malvado como una semilla que podría convertirse en un huerto de destrucción si se le da tiempo para germinar y reproducirse.
Una vez más, Brooks: “El sangrado interno mata a muchos hombres; así lo harán los pensamientos pecaminosos, si no se arrepiente de ellos.”
Remedio #5: Trabaja para estar cada vez más lleno de la plenitud de Dios, y para ser enriquecido con todas las cosas espirituales y celestiales.
Este ejemplo tiene sentido y se aplica a toda la vida. Si nuestra meditación constante es la Palabra de Dios (Salmos 1) y el mayor deseo de estar en Su presencia, caminando en Su Espíritu, entonces lo terrenal sin valor será a la luz del glorioso Señor como el himno testifica.
“¿Cuál es la razón por la que los ángeles en el cielo no tienen pensamientos ociosos? Es porque están llenos de la plenitud de Dios (Ef. 3:19). Tómalo como una verdad experimentada, cuanto más se llena el alma de la plenitud de Dios y se enriquece con cosas espirituales y celestiales, menos espacio hay en esa alma para los pensamientos vanos. Cuanto más lleno es el recipiente de vino, menos espacio hay para el agua. Entonces, al poner gran parte de Dios, de Cristo, de sus preciosas promesas y experiencias en nuestros corazones, se logrará que nuestras mentes estén menos llenas de pensamientos vanos.”
He encontrado este remedio poderoso. Para mí, esto significa cortar de nuevo los tiempos desperdiciados en revisar constantemente mi teléfono, leer el correo electrónico o buscar resultados deportivos y reemplazar esas acciones con actividades conmovedoras, como la oración y la meditación en la Palabra de Dios.
Ninguno de nosotros lo buscará perfectamente, pero un estilo de vida disciplinada que busque Su plenitud dará sus frutos cuando se trata de prestar atención en devoción y adoración.
Remedio #6: Continuamente aviva tus afectos espirituales.
En otras palabras, siempre procura crecer en tu amor por Jesús. La pasión espiritual que tienes durante un campamento de verano no tiene que disminuir después de este. Se trata de siempre avivar esa llama a través de una profunda comunión con Dios. Es por medio de la lectura bíblica y oración que la avivarás. Jesús es tan real y presenta este momento como lo fue en vuestra mayor experiencia espiritual. ¡Búscalo!
“‘¡Cuánto amo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. (Salmos 119:97). Lo que más amamos, es aquello en lo que más pensamos. … Lo que nos gusta mucho, nos importará mucho. Aquellos que son frecuentes en su amor a Dios y a su ley, serán frecuentes también en el pensar en Dios y en su ley.”
Remedio #7: Evita la mundanidad.
La mundanidad— incluso la mundanidad aceptable en los círculos cristianos puede desviar nuestra mente con pensamientos que distraen.
Esto es especialmente difícil para mí como alguien que trabaja a tiempo completo en el ministerio. Si no disciplino mi mente cuando visito una iglesia, mi mente corre a criticar el servicio o a pensar ‘¿Cómo habría hecho las cosas diferente?’ Mi lectura bíblica puede desviar mis pensamientos en ¿Si debería comprar un nuevo comentario sobre este libro de la Biblia? o ¿Qué dirá mi teólogo favorito acerca de este pasaje? en lugar de dejar que el mensaje penetre en mi alma. La mundanidad viene disfrazada en todas las formas y tamaños, pero siempre tiene el mismo resultado: matar la adoración en nuestros corazones.
“Las almas que se rompen en pedazos con las preocupaciones del mundo siempre estarán molestas y atormentadas con pensamientos vanos cuando se acercan a Dios… 2 Timoteo 2:4 ‘Ningún soldado en servicio activo se enreda en los negocios de la vida diaria, a fin de poder agradar al que lo reclutó como soldado.’ Esta es una comparación que Pablo toma prestada de la costumbre del imperio romano, en donde a los soldados se les prohibió ocuparse de negocios privados.”
Intento no mirar mi teléfono antes de que termine mi lectura y oración por las mañanas. Hago lo mismo antes de la iglesia los domingos, esto es aún más importante, al igual que reducir las discusiones sobre los planes por la tarde con mi esposa. Si bien estos pensamientos no son necesariamente pecaminosos, atraen mi atención a la tierra cuando debería estar en las cosas del cielo (Colosenses 3:1–3).
Preparar mi corazón para la adoración significa esquivar todo lo que obstaculiza esa importante obra. Señor, guárdame de la mundanidad.
Conclusión
No dejes que tu falta de concentración te desanime—todos luchamos con ella en algún grado u otro. Lo que puedes controlar es tu respuesta: ¿Dejarás que la distracción te gane durante el día o lucharás contra ella con estas recomendaciones?
Que nuestra oración sea la del salmista:
“Aparta mis ojos de mirar la vanidad, y vivifícame en tus caminos.” (Salmo 119:37)