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Santidad

Nueve peligros del pecado sexual

10/12/2021 by kevin

Benjamin Vrbicek escribió este artículo como parte de su libro Batalla Contra la Pornografía. Lee el libro en Soldados de Jesucristo, descarga el PDF, o compra el libro en Amazon.


En su icónica escena en el juzgado en la película Cuestión de honor [A Few Good Men], el coronel Nathan Jessup habla acerca de otro soldado que estuvo en peligro. Entonces, el teniente Daniel Kaffee pregunta: “¿Grave peligro?”, el coronel Jessup le responde: “¿Hay otro tipo de peligro?”.

Pienso que no lo hay; peligro es peligro. Aun así, pocos pecados cuentan con tantas alertas en la Biblia como el pecado sexual. Sin exagerar, el pecado sexual es un asunto de vida o muerte. Ya que las consecuencias son tan altas, es sabio reflexionar sobre esto por un momento. Permíteme mencionar nueve peligros del pecado sexual.

El pecado sexual conduce a condenación eterna. En Efesios, Pablo escribe: “Porque con certeza ustedes saben esto: que ningún inmoral […] tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios” (5:5). Si el pecado sexual define tu vida (estoy eligiendo con cuidado mis palabras), entonces no tienes herencia en el reino de Cristo y de Dios, ninguna esperanza del cielo. Esto no significa que no puedes ser salvo de tu pecado. Por supuesto que sí. Pero el pecado sexual que se persigue con alegría y que nunca se confiesa es incompatible con la fe salvadora porque la fe que nos salva también nos transforma, aun si en esta vida el proceso es lento e incompleto.

Los patrones de pecado sexual pueden no solo traer la ira de Dios en el futuro, sino que pueden ser ellos mismos la ira de Dios en el presente. En Romanos 1:18–31, Pablo argumenta que la depravación desenfrenada, incluyendo pecados sexuales, no es lo que provoca la ira de Dios. Por el contrario, la depravación generalizada ya es la muestra de Su ira. Permíteme decirlo de manera diferente. La ira de Dios en Romanos 1 no viene en forma de relámpagos y truenos, sino en el hecho de que Dios retira Sus limitaciones sobre nuestros deseos pecaminosos.

Para usar una imagen, imagina un globo inflado. Dios lo mantiene cerrado apretando con los dedos la boquilla. La ira de Dios que describe Romanos 1 es como si Dios soltara ese globo y lo dejara salir volando sin control. ¿Ves ahora el peligro? ¿Podría haber algo más peligroso que pensar que estás experimentando una libertad loca, genial y salvaje cuando en realidad estás experimentando (¡en tiempo presente!) la ira de Dios?

El pecado sexual provee un pago cada vez menor. La atracción del pecado nos empujará más allá de donde queremos ir. Siempre. Pocos imaginan que el pecado lleva a las cámaras de la muerte, pero cuando seguimos al dios falso del sexo, allí es a donde nos lleva (Pr 7:27). En este momento, puede que tengas una línea que no cruzarías. Simplemente pensar en cruzar esa línea te provoca náuseas. Piensas: No soy un pervertido. Pero si dejas que el pecado sexual haga de las suyas, mañana estarás más cerca de esa línea y, eventualmente, tendrás que crear otra línea a mayor distancia. “Nunca […] se sacian los ojos del hombre” (Pr 27:20). Russell Moore remarca que por esta razón “en rara ocasión encontrarás a un hombre adicto a una sola imagen pornográfica. Él se encuentra atrapado en un caleidoscopio en constante expansión”.[1]

En otras palabras, pocas veces nos metemos a un agujero espiritual con una retroexcavadora. Nos metemos con una pala, una pequeña paleada a la vez. Tras muchos siglos de pecado, esta es la razón por la que Dios le dice a Su pueblo que no han sabido ruborizarse (Jr 6:15). Sus patrones pecaminosos aniquilaron su habilidad para reconocer lo vergonzoso. Perseguir el pecado a menudo se convierte en un tipo de caricatura, y luego en la caricatura de la caricatura, y termina en lo absurdo. Así es como muchos hombres terminan por dejar de considerar imágenes tipo Playboy como pornografía porque no exhiben actos sexuales. La pornografía, dicen ellos, es solo lo explícito.[2]

Esto es lo que Pablo describe en Romanos 1: razonamiento vano, corazón entenebrecido y deshonra de sus cuerpos (vv. 21,24). Esta es la peligrosa trayectoria del pecado. Esto nos hace menos humanos y más animales.

El pecado sexual cauteriza tu conciencia. Recuerdo una temporada en la que Dios trabajó fuertemente en mi vida. Comenzó cuando me di cuenta de algo: me aterró que ya no me aterraba mi pecado sexual. Permíteme explicar.

Crecí en un hermoso hogar cristiano y, gracias a eso, mi conciencia estaba bien entrenada para distinguir entre lo bueno y lo malo según el diseño de Dios. Esta fue una razón por la que siempre me afligía cuando cedía ante el pecado sexual. Cuando miraba cosas que no debía mirar, me sentía culpable. Cuando sobrepasaba la línea con mi novia (o la ignoraba enteramente), sentía convicción. Yo sabía que lo que estaba haciendo estaba mal y eso me molestaba. Entonces, al principio lentamente, dejó de importarme. El pecado sexual ya no era gran cosa.

Esto me aterró. Yo entendía perfectamente que no debía cerrar con cinta la boca de mi conciencia y meterla en el clóset. Pero eso es lo que estaba haciendo. Por favor, no hagan lo que yo hice. Si ya lo estás haciendo, detente. Si sigues ignorando la conciencia que Dios te dio, no terminarás bien (1 Ti 4:1–2).

El pecado sexual destruye nuestra habilidad de disfrutar la belleza. ¿Acaso el dragón que acumula tesoros realmente disfruta de la belleza de esas joyas? La pornografía no se trata de disfrutar y honrar la belleza. Se trata de consumo egoísta. Quiérelo. Tómalo. Consúmelo. Déjalo atrás. Por esto, Matthew Lee Anderson habla de cómo la industria de la pornografía busca producir orgasmos baratos, como si los que están involucrados creando la pornografía fueran solo accesorios.[3] Sin embargo, una visión consumista del sexo está lejos de la belleza y maravilla que Dios planeó para la intimidad sexual (Pr 30:18–19).

El pecado sexual nos hace esclavos. A propósito, ¿posee el dragón el oro que acumula o sería más correcto decir que el oro lo posee a él? “Todo el que comete pecado es esclavo del pecado” (Jn 8:34).

El pecado sexual puede conducir a la pérdida de empleo y sustento. Para los que son pastores, esto puede ser evidente. Pero también es cierto para otros. ¿Crees que un empleado del gobierno puede navegar durante horas en sitios pornográficos desde su computadora de trabajo sin ser descubierto?

El pecado sexual puede conducir a la pérdida de familia y amigos. Tus amigos y familia pueden ser más perdonadores que tu jefe, pero no si continúas obstinadamente hacia el pecado. Reflexiona sobre las ramificaciones de perder para siempre el respeto de tus hijos porque te descubrieron mirando algo inapropiado. Reflexiona sobre el daño en tu intimidad con tu esposa si dejas de poder llegar al clímax con ella porque tu harén digital destrozó los circuitos de tu cerebro o porque desarrollaste una disfunción eréctil provocada por la pornografía. Y las cosas pueden salir peor que esto. He estado en el ministerio por suficiente tiempo como para conocer a varias mujeres que tuvieron que ser examinadas por enfermedades de transmisión sexual porque la adicción a la pornografía de sus maridos se convirtió en adulterio en serie. Devastador. Absolutamente devastador.

El pecado sexual puede llevar a enfermedades sexuales. No estoy tratando de instigar miedo. De verdad, no es mi intención. Simplemente quiero despertarnos ante el peligro que tenemos enfrente. Algunas enfermedades sexuales son incurables, algunas afectan la fertilidad o provocan otros problemas de salud y todas son transmisibles.

Podría seguir enumerando los diferentes peligros del pecado sexual porque son muy diversos, pero la conclusión es esta: cuando Satanás te tienta, no te va a leer los términos y condiciones. Él no te dirá que viene para robar, matar y destruir. En cambio, Jesús viene para que Sus ovejas tengan vida y para que la tengan en abundancia (Jn 10:10). Escucha la voz del Pastor y Él te ayudará a alejarte del peligro.

Preguntas de diagnóstico

  1. Alguien podría decir: “Ya que el pecado sexual es tan disfrutable, simplemente no puede estar mal”. En la Biblia, ¿quién más habló de esta manera y por qué no debes creer esta afirmación? (Pista: mira Génesis 3).
  2. ¿Alguna vez has sentido la muerte que involucra el pecado sexual? ¿Qué podrías perder si cedes ante el pecado sexual?
  3. En versículos como 1 Corintios 6:9–11, Efesios 5:5 y Apocalipsis 22:14–15 se hace una conexión entre el futuro eterno de una persona y el abrazar ciertos pecados. ¿Entiendes esta conexión y por qué es importante? En resumen, ¿cómo puede relacionarse tu lucha contra el pecado con tu salvación eterna? (Estas son preguntas importantes. Si no te quedan claras, pide ayuda a un pastor o a un cristiano maduro).
  4. Reflexionando sobre Romanos 1, ¿alguna vez habías pensado que la “libertad” que experimentas en tu pecado sexual es, no la indiferencia de Dios, sino de hecho Su ira? ¿Cómo te hace sentir esto?

[1] Russell Moore, “Fake Love, Fake War: Why So Many Men Are Addicted to Internet Porn and Video Games,” [“Amor falso, guerra falsa: por qué tantos hombres son adictos a la pornografía en Internet y a los videojuegos”] Desiring God, May 25, 2012, https://www.desiringgod.org/articles/fake-love-fake-war-why-so-many-men-are-addicted-to-internet-porn-and-video-games.

[2] Pamela Paul, Pornified: How Pornography Is Damaging Our Lives, Our Relationships, and Our Families [Pornificados: cómo la pornografía está dañando nuestras vidas, nuestras relaciones y nuestras familias] (New York: Holt, 2006), 5.

[3] Matthew Lee Anderson, “What Does the Culture Say?” [¿Qué dice la cultura?] en The Gospel & Pornography [El evangelio y la pornografía], ed. Russell D. Moore y Andrew T. Walker, Gospel for Life (Nashville: B&H, 2017), 94–97.


Artículo usado con el amable permiso de Soldados de Jesucristo.

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35 razones para no pecar

23/04/2021 by kevin

Jim Elliff compartió estas palabras sabias. Lee en inglés.

  1. Porque un poco de pecado conduce a más pecado.
  2. Porque mi pecado invita a la disciplina de Dios.
  3. Porque el tiempo pasado en el pecado es una pérdida para siempre.
  4. Porque mi pecado nunca agrada, sino que siempre entristece a Dios que me ama.
  5. Porque mi pecado coloca una carga mayor sobre mis líderes espirituales.
  6. Porque con el tiempo mi pecado siempre trae tristeza a mi corazón.
  7. Porque estoy haciendo lo que no tengo que hacer.
  8. Porque mi pecado siempre me hace menos de lo que podría ser.
  9. Porque otros, incluida mi familia, sufren las consecuencias de mi pecado.
  10. Porque mi pecado entristece a los piadosos.
  11. Porque mi pecado alegra a los enemigos de Dios.
  12. Porque el pecado me engaña, haciéndome creer que he ganado cuando en realidad he perdido.
  13. Porque el pecado puede impedirme calificar para el liderazgo espiritual.
  14. Porque los supuestos beneficios de mi pecado nunca superarán las consecuencias de la desobediencia.
  15. Porque arrepentirme de mi pecado es un proceso tan doloroso, todavía debo arrepentirme.
  16. Porque el pecado es un placer muy breve por una pérdida eterna.
  17. Porque mi pecado puede influenciar a otros a pecar.
  18. Porque mi pecado puede impedir que otros conozcan a Cristo.
  19. Porque el pecado se burla de la cruz, sobre la cual Cristo murió con el mismo propósito de quitar mi pecado.
  20. Porque es imposible pecar y seguir al Espíritu al mismo tiempo.
  21. Porque Dios elige no respetar las oraciones de aquellos que aprecian su pecado.
  22. Porque el pecado roba mi reputación y me roba mi testimonio.
  23. Porque otros, en un tiempo más serios que yo, han sido destruidos por esos pecados.
  24. Porque todos los habitantes del cielo y del infierno testificarían de la insensatez de este pecado.
  25. Porque el pecado y la culpa pueden dañar tanto la mente como el cuerpo.
  26. Porque los pecados mezclados con el servicio hacen que las cosas de Dios sean de mal gusto.
  27. Porque el sufrimiento por el pecado no tiene gozo ni recompensa, aunque el sufrimiento por la justicia tiene ambos.
  28. Porque mi pecado es adulterio con el mundo.
  29. Porque, aunque perdonado, volveré a ver este mismo pecado en el Trono del Juicio, donde se aplica la pérdida y la ganancia de recompensas eternas.
  30. Porque nunca puedo saber de antemano cuán severa podría ser la disciplina por mi pecado.
  31. Porque mi pecado puede ser una indicación de una condición perdida.
  32. Porque pecar no es amar a Cristo.
  33. Porque mi falta de voluntad para rechazar este pecado ahora le otorga una autoridad sobre mí mayor de lo que deseo creer.
  34. Porque el pecado glorifica a Dios solo en Su juicio sobre él y cuando lo convierte en un buen uso, nunca porque valga algo por sí solo.
  35. Porque le prometí a Dios que Él sería el Señor de mi vida.

Renuncie a sus derechos – Rechace el pecado – Renueve la mente – Confíe en Dios


(Copyright Jim Elliff 1992; revisado 2021. Usado con amable permiso.)

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Diez razones para evitar la inmoralidad sexual

10/03/2021 by kevin

El sexo fácil evitará que seas sabio.

Para aclarar este punto, Salomón enumera diez consecuencias de la inmoralidad sexual en Proverbios 6:24-35. Antes de leer mi lista, te animo a que leas el pasaje para ti mismo y veas cuántas consecuencias puedes observar. Quizás hacer tu propia lista te ayudaría a recordar estas cosas cuando te enfrentes a la tentación.

1. Participarás en el mal

“Para librarte de la mujer mala, 
De la lengua suave de la desconocida.” (Proverbios 6:24, NBLA)

La inmoralidad es mala y la tentación es una invitación a hacer el mal. Pero la sabiduría preserva al sabio del mal. Cuando crees en las promesas suaves y engañosas de la inmoralidad, eliges la culpa por asociación: ahora también eres malvado.

2. Tu deseo te llevará cautivo

“No codicies su hermosura en tu corazón, 
Ni dejes que te cautive con sus párpados.” (Proverbios 6:25)

Cristo los ha hecho libres por la libertad, pero la inmoralidad busca esclavizarlos. La capitulación será cada vez más fácil. La resistencia se volverá cada vez más difícil. Es mucho mejor que liberes tu corazón de estas fantasías mientras puedas.

3. Lo perderás todo

“Porque por causa de una ramera uno es reducido a un pedazo de pan, 
Pero la adúltera anda a la caza de la vida preciosa.” (Proverbios 6:26)

El costo comienza bajo: solo un pedazo de pan. Pero con rendimientos decrecientes, tendrás que dar más y más hasta que pierdas tu propia vida. La inmoralidad te engancha mientras es barata. Una mirada aquí, un toque allá. Pero antes de que te des cuenta, no puedes dormir sin liberación sexual. Simplemente no puedes quitar las manos de encima y perderás todo en el proceso.

4. Tu castigo es inevitable

“¿Puede un hombre poner fuego en su seno 
Sin que arda su ropa? 
¿O puede caminar un hombre sobre carbones encendidos 
Sin que se quemen sus pies? 
Así es el que se llega a la mujer de su prójimo; 
Cualquiera que la toque no quedará sin castigo.” (Proverbios 6:27-29)

No puedes jugar con la inmoralidad y esperar escapar. Es posible que puedas encubrirlo por un tiempo, pero eventualmente lo descubrirán. Dios lo ve todo y es fuego consumidor.

5. No se puede devolver lo que se ha robado

“No se desprecia al ladrón si roba 
Para saciarse cuando tiene hambre; 
Pero cuando es sorprendido, debe pagar siete veces; 
Tiene que dar todos los bienes de su casa. 
No aceptará ningún rescate, 
Ni se dará por satisfecho aunque le des muchos presentes.” (Proverbios 6:30-31, 35)

Este punto no se trata de justificar el robo, sino de condenar la inmoralidad sexual. La gente puede entender los motivos de un ladrón, aunque todavía le hacen pagar lo que robó. ¿Cuánto menos te entenderán cuando te descubran?

Tal vez le robes a tu cónyuge actual o futuro de tu mejor amor y atención. Quizás robas la inocencia de alguien. O tal vez continúes apoyando a la horrible industria del porno, que destruye a las mujeres jóvenes y las mantiene cautivas. Las imágenes nunca son inofensivas; no debemos mentirnos a nosotros mismos.

6. Te faltará sentido

“El que comete adulterio no tiene entendimiento.” (Proverbios 6:32a)

Ahí va la sabiduría y, con ella, la vida, la paz, la satisfacción y la alegría.

7. Te destruirás a ti mismo

“El que lo hace destruye su alma.” (Proverbios 6:32b)

Lo hacemos porque se siente bien. Pero, como un alcohólico que le destroza el hígado, o un fumador que descuida sus pulmones, nos matamos con buenos sentimientos. El sexo fácil tiene que ver con la autogratificación, pero Jesús dijo que el que se ama a sí mismo se pierde a sí mismo. La sabiduría atraviesa estos sentimientos para encontrar la verdad.

8. Crearás tus propias heridas

“Heridas… hallará.” (Proverbios 6:33)

Es como tocar una estufa caliente. O usar tarjetas de crédito para gastar dinero que no tienes. O rascarse una costra. O jugar a la rayuela en la carretera. Te dolerá haber hecho eso más tarde, y te habrás provocado el dolor a ti mismo.

9. Encontrarás deshonra y vergüenza

“Heridas y vergüenza hallará, 
Y su afrenta no se borrará.” (Proverbios 6:33)

Te preparas para un reproche constante y un mal nombre. Siempre serás ese tipo que se escapó con la chica y arruinó algo bueno (familia, ministerio, carrera, etc.).

10. Perderás todo el tiempo

“Porque los celos enfurecen al hombre, 
Y no perdonará en el día de la venganza.” (Proverbios 6:34)

La inmoralidad sexual enfurece con razón. Los maridos celosos no perdonarán el día de la venganza.

Pero, ¿y si tu inmoralidad no implica seducir a una persona casada? Entonces no hay celos que temer, ¿verdad? “Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:19). Recuerda que Dios, el Gran Esposo, tiene un lugar especial en su corazón para aquellos que no tienen protectores humanos. ¿Puedes cuidar tu espalda cuando se trata de él?

Si, como yo, ya ha fallado en el ámbito sexual, anímese y recuerde que siempre hay esperanza en Cristo. Proporciona una salida. Esta lista no es para enviarte para mantenerte en la culpa y el castigo, sino para advertirte de futuras locuras.


Escrito por Peter Krol por Knowable Word y usado con amable permiso.

 

Recurso recomendado

eBook Gratis: Batalla Contra la Pornografía por Benjamin Vrbicek

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10 cambios de mentalidad necesarios para luchar contra el pecado

08/12/2020 by kevin

Estoy seguro de que tu batalla contra el pecado es similar a la mía: has tenido altibajos, con diferentes luchas en diferentes estaciones.

A veces te sientes impotente para cambiar tus pensamientos y hábitos pecaminosos que están profundamente arraigados. Otras veces, encontrar una verdad en la Escritura puede resultar un verdadero cambio en tu perspectiva hacia el pecado, y creces.

Crecer en santidad implica sacar la basura del pensamiento equivocado y aprender a pensar con “la mente de Cristo” (1 Corintios 2:16), llenando nuestras mentes con la verdad que da vida y produce santidad (Juan 17:17). A continuación, comparto diez formas de pensar que debes adoptar para tu lucha por la santidad.

1. Piensa: “Necesito concentrarme en la gracia de Dios” en vez de “Necesito concentrarme en detener mi pecado.”

Si te digo que no pienses en todos tus fracasos pasados, ¿en qué pensarías? Tus fracasos pasados. Nuestro enfoque no debe ser en cómo detener nuestro pecado o nuestros fracasos porque la ley (simplemente saber lo que se debe y no se debe hacer) no tiene poder para liberarnos de la esclavitud del pecado.

Pero la gracia de Cristo sí tiene el poder. La gracia de Dios nos enseña a decir “no” a la impiedad y a las pasiones mundanas y a decir “sí” a vivir una “vida autocontrolada, recta y piadosa” (Tito 2:11-12). En lugar de concentrarte en tu pecado, concéntrate en la belleza y la gracia de Cristo. Después, cuando comiences a pensar en pecar, alégrate de que Cristo te haya liberado de la pena y el poder del pecado (incluso si todavía sientes la atracción de la tentación).

2. Piensa: “Necesito ayuda del pueblo de Dios” en vez de “Puedo hacerlo solo.”

Nuestra cultura idolatra la autonomía personal y aquellos que se abren paso en la carrera de la vida solos. En la gracia de Dios, la vida cristiana no funciona así. Dios nos ha dado su iglesia como una comunidad santa formada por el evangelio. Conocemos mejor a Dios y su amor cuando tenemos comunión unos con otros. Nos llevamos mutuamente hacia una fe y santidad más profunda mientras nos animamos mutuamente, confesamos nuestros pecados, y oramos por los demás (Santiago 5:16). Dios ha dado maestros talentosos y experimentados para edificar el cuerpo de Cristo y conducirnos a la madurez en Cristo (Efesios 4:11-13).

3. Piensa: “Necesito complacer a Dios” en vez de “Necesito sentirme mejor conmigo mismo.

Si tu arrepentimiento implica arrepentirte lo suficiente como para hacerte sentir mejor, no es verdadero arrepentimiento (lee 2 Corintios 7:8-12). El arrepentimiento que honra a Dios desea complacerlo a Él, no solo evitarte los malos sentimientos o las consecuencias. Tratar de sentirte mejor contigo mismo significa que la raíz del pecado con la que luchas permanecerá en la tierra y volverá a surgir en el futuro.

4. Piensa: “Estoy totalmente equipado para obedecer todo el tiempo” en vez de “Es demasiado difícil para mí obedecer.”

Si alguna vez pensaste que vencer los hábitos pecaminosos es imposible, recuerda que no tienes que ser un “Super Cristiano” para vivir en obediencia.

  • En Cristo, Dios te ha equipado con todo lo que necesitas para la vida y la piedad (2 Pedro 1:3). Puedes caminar en la justicia que Dios desea para ti.
  • En Cristo, ninguna tentación es demasiado fuerte para ti (1 Corintios 10:13). Tienes lo necesario en todo tiempo para superar la tentación cuando se te presente.

Este cambio de mentalidad no significa que eres perfecto, pero te recordará el poder de Cristo para vencer la tentación y evitará que pongas excusas.

5. Piensa: “Necesito vivir en obediencia” en vez de “Necesito tener la victoria.”

Este cambio de mente se centra en la terminología. Las palabras que utilizamos son poderosas y moldean sutilmente nuestro pensamiento y expectativas, por lo que debemos enfocarnos en la terminología bíblica.

Cuando describimos nuestra batalla por la santidad como una “victoria” o “derrota”, podríamos pensar que nuestra lucha contra el pecado es algo externo a nosotros; algo que no está bajo nuestro control. Pero la Escritura describe el pecado y la tentación en términos de “obediencia” y “desobediencia”, no “victoria” o “derrota.”

No suavices el peso del pecado contra un Dios santo: Encárgate de tus pecados llamándolos por su nombre: desobediencia.

6. Piensa: “Necesito confesar mi pecado” en vez de “Necesito ocultar mi pecado.”

Nuestra naturaleza pecaminosa quiere ocultar nuestros pecados para evitar la vergüenza de ser descubiertos. Dios quiere lo opuesto: confesión de pecados, algo contrario a nuestra naturaleza pecaminosa. La confesión saca el pecado de la oscuridad a la luz y le quita su poder, trayendo sanidad (Santiago 5:16). En lugar de temer a la confesión, deja que te recuerde la gracia de Dios dada en la cruz. Las personas que realmente odian su pecado, adoran confesarlo, porque la confesión es un canal dado por Dios hacia la restauración (lee Salmos 32:1-2; 1 Juan 1:9).

7. Piensa: “Necesito hacer morir al pecado” en vez de “Solo intentaré alejarme de él.”

“Porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.” (Romanos 8:13 LBLA, énfasis mío)

Dar muerte al pecado requiere diligencia; es algo que no sucede por sí solo. Lamentablemente, con tanta frecuencia en nuestras batallas, no buscamos matar el pecado, sino engañarnos a nosotros mismos para pensar que nuestro problema desaparecerá. Esa es una receta para caer en el mismo pecado nuevamente en un momento de debilidad. Las tentaciones fluyen de nuestros deseos, y el simple hecho de evitarlas no las hará desaparecer (Santiago 1:13-14). Esto puede requerir medidas drásticas como abandonar relaciones, cambiar de trabajo, o cambiar cómo usas la tecnología (dependiendo de tus luchas), pero nunca te debes de arrepentir de los sacrificios hechos en la búsqueda por Cristo.

Necesitamos la actitud que John Owen recomendó: “Mata el pecado o el pecado te matará a ti.” Este cambio de mente viene con una advertencia: es imposible cambiar sin el siguiente punto.

8. Piensa: “Vivir por el Espíritu” en vez de “Vivir por la carne.”

No estamos desarmados en nuestra batalla contra el pecado. Dios está activamente trabajando en nosotros, dándonos poder a través de Su Espíritu para luchar contra el pecado y para vivir en rectitud. Esfuérzate por una vida dependiente del Espíritu que contiende contra el pecado y camina en justicia (lee Gálatas 5 y Romanos 8 para más sobre la vida en el Espíritu). Vive en obediencia para que no entristezcas al Espíritu con tu pecado y lo apagues (Efesios 4:30), y así perder la oportunidad de seguir Su guía.

La vida en el Espíritu está incompleta sin la espada del Espíritu, la Biblia (Efesios 6:17). Haz que la Palabra de Dios sea tu deleite, que sea parte de tu dieta diaria y que sea un arma para luchar contra la carne y los dardos del enemigo. Escucha la advertencia de Jerry Bridges: “Es hipócrita orar por la victoria sobre nuestros pecados y descuidar nuestro consumo de la Palabra de Dios.”

9. Piensa: “El arrepentimiento es adoración” en vez de “Estoy avergonzado ante Dios.”

¿Alguna vez tu pecado te ha avergonzado y has dejado de buscar a Dios? Solía ​​pensar que necesitaba limpiarme antes de acercarme a Dios nuevamente. La cruz nos libera de esta mentalidad porque Cristo ha tomado nuestro pecado sobre Sí mismo y nos perdona y nos limpia toda nuestra injusticia (1 Juan 1:9)

En lugar de mantener nuestra distancia de Dios debido a la vergüenza, predicate a tí mismo que Cristo tomó tu vergüenza y el castigo en la cruz y recuerda que ahora estás vestido con la justicia de Cristo. Alégrate de que en Cristo eres perdonado y ve a Dios, no como alguien a quien debes evitar, sino alguien a quien debes de correr, porque el arrepentimiento es adoración y honra enormemente al Señor.

10. Piensa: “La oración es vital” en vez de “La oración es opcional.”

Si alguna vez te has sentido impotente para vencer algún pecado por tu cuenta, recuerda que todas las cosas son posibles con Dios (Mateo 19:26). Para crecer en la santidad y avanzar en la vida cristiana, debemos dedicarnos a la oración, rogando por la ayuda del Señor para resistir la tentación y convertir nuestros deseos de acuerdo con los de Dios.

Una forma práctica de aplicar esto es orar diariamente las Escrituras. Las Escrituras son útiles para “enseñar”, “redargüir”, “corregir” y “para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16-17), y al orarlas diariamente, hacemos eco de la oración de Jesús en Juan 17:17, “Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad.”

Sólo Dios sabe el efecto positivo de las oraciones empapadas en las Escrituras, sólo Él sabe el alcance que tendrán a lo largo de toda la vida.

Lee este artículo en inglés.

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Principios bíblicos para romper las cadenas de la pornografía

25/09/2018 by kevin Leave a Comment

Principios bíblicos para romper las cadenas de la pornografía

La pornografía es uno de los mayores problemas que enfrenta la iglesia de hoy. El Internet y la tecnología moderna han hecho que sea más accesible, asequible, y anónimo que nunca, y está causando estragos en la iglesia, asfixiando la vida espiritual de los creyentes, destruyendo los matrimonios y las familias, y disminuyendo la eficacia de los pastores. Un reporte dijo que 85% de hombres jóvenes y 50% de las mujeres jóvenes ven pornografía mensualmente.

Aunque los hombres y mujeres cristianos están llamados a vivir vidas santas, libres de la inmoralidad sexual (1 Ts. 4: 3-8), algunos se sienten impotentes para romper las cadenas de la lujuria y vergüenza que el uso de pornografía ha puesto a sus vidas. Hay preguntas en sus mentes como: “¿Por qué sigo cayendo en el mismo pecado?”; “Por qué no puedo detener este pecado destructivo?”; “¿Dónde está la libertad que se nos promete en Cristo?”.

Si estas preguntas te describen a ti o a alguien que conoces, no te desanimes: en Cristo siempre hay esperanza. ¡No se puede comparar el poder del pecado contra el poder del Salvador, el Vencedor del pecado y Libertador de la ley del pecado y de la muerte! El liberarte de pecado habitual como la pornografía requiere un cambio en tu relación con Dios, en tu actitud hacia el pecado, y en tus relaciones con los demás.

Este artículo te dará una perspectiva general de la Escritura que aplicable a esta peligrosa lucha. Si esta es tu lucha, pido a Dios que encuentres a Cristo y Su Palabra suficiente para animar, equipar y capacitarte para ser liberado de las garras del pecado y vivir una vida santa para la gloria de Dios.

1. Clama a Dios por la gracia de cambiar.

(Tito 2:11-14; Salmo 107; Romanos 5:17; Salmo 34; Jeremías 3:21-25)

Fuera de la gracia de Dios, no tenemos poder para dejar los hábitos pecaminosos. Pero no estamos fuera de la gracia de Dios. Hay esperanza. Dios responde a su pueblo y quiere ayudarnos en las batallas que nos enfrentamos. Salmo 34:17 nos dice: “Claman los justos, y el Señor los oye y los libra de todas sus angustias”. Si te encuentres agobiado por el pecado de la lujuria y la pornografía, clama a Dios por la liberación y la gracia para cambiar y vivir en pureza. Cristo puede darte un nuevo corazón,  restaurar tu gozo, darte una conciencia limpia y proveer la fuerza que necesitas para seguir adelante en la batalla.

2. Persigue un amor profundo por Dios y el evangelio.

(Efesios 2:1-10; Tito 2:11-14, 3:3-8; Romanos 5:1-11, 1 Corintios 6:9-10; Mateo 22:37-38)

La raíz del problema del porno es idolatría: es amar la lujuria más que amar a Dios. Busca un amor más profundo para Dios y una apreciación más grande por el evangelio. Alábale por su santidad y su gracia en tu vida. Dios no solo nos ofrece la gracia salvadora en el evangelio, Él ofrece una gracia santificadora que nos prepara para servir (Tito 2:11-14). Busca maneras de meditar en la gracia de Dios mostrada en el evangelio. Dale a Él el primer lugar en tu vida y aprecia el evangelio como el tesoro que es.

3. Odia tu pecado.

(Proverbios 8:13; 1 Tesalonicenses 4:8; Mateo 5:4; Santiago 4:4-10; Salmo 51)

El uso de la pornografía es una forma idolatría en los ojos de Dios y es venenoso para nuestra relación con Él (1 Tesalonicenses 4:8; Jeremías 2:13; Jonás 2:9). Date cuenta de que este pecado puede destruirte a ti, a tu familia, a tu matrimonio y tu testimonio. Pídele a Dios que Él te de tristeza conforme a la voluntad de Dios sobre tu pecado y la habilidad de arrepentirte (2 Corintios 7:8-13). Llora sobre tus acciones pecaminosas. Odiar tu pecado y no solo las consecuencias del pecado significa hacer todo lo que puedes para cambiar: aun las cosas incómodas.

4. Atesora la Palabra de Dios.

(Salmos 119:9-11, 1 Juan 2:14, Romanos 15:4, Romanos 12:1-2; Colosenses 3:16; Salmo 1; Josué 1:8)

Aquellos que consumen pornografía crean una serie de mentiras, diciéndose a sí mismos que su pecado no es tan malo, que no es su culpa, que un poco de lujuria es permisible, o que tienen control de la situación. Necesitamos la Palabra para contrarrestar las mentiras y enseñarnos sobre la hermosa creación de Dios en la sexualidad humana. Esto nos dará una angustia mayor cuando vemos la belleza creada contaminada por el pecado. Tenemos que memorizar la Palabra, meditar en la Palabra, y atesorar la Palabra de Dios.

5. Confiesa tus pecados.

(Santiago 5:16, 1 Juan 1:5-10; Salmo 32; Proverbios 28:13; Levítico 5:5; Gálatas 6:1)

Una confesión sincera es bendecida por Dios y conduce a la sanación y limpieza. Humíllate delante de Dios, confesando tus pecados y clámale por su ayuda en la lucha contra el pecado. Probablemente debes confesar a un amigo de confianza, pastor, consejero, o tu cónyuge. La confesión puede ser un hecho bien aterrador, pero es algo vital en el arrepentimiento. Al confesar tu pecado, practica sabiduría en la confesión, sabiendo que el uso de la pornografía es profundamente hiriente para los que han sido impactado de tu pecado. No dejes de buscar ayuda de alguien más piadoso (de tu mismo sexo) en esta lucha.

6. Elimina las fuentes de tentación.

(Mateo 5:29-30; Romanos 13:14; Hebreos 12:1-2; Hebreos 12:13; Isaías 57:14; Efesios 5:3)

En la lucha contra hábitos pecaminosos, es importante hacer sendas derechas para nuestros pies y no dejar provisión para la carne, quitando cada fuente de tentación (Romanos 13:14). Esto podría significar el poner filtros en tu computadora, teléfono, o la televisión, y tirar cualquier cosa que suscite tu carne. No toleres el pecado más de lo que tolerarías un asesino armado que vive en tu casa. Eres débil y necesitas forjar sendas derechas para tus pies, para que en un momento de debilidad puedas mantenerte firme en poder de Su fuerza (Efesios 6:10).

7. Rinde cuentas a otros creyentes.

(Eclesiastés 4:9-12; Proverbios 27:17; 2 Timoteo 2:2; Gálatas 6:1; 1 Tesalonicenses 5:11; Colosenses 2:20-3:8)

Una de las mentiras que el pecado dice es que estamos solitos, sin nadie que nos ayude. Dios nos ha dado en la iglesia la oportunidad de tener amigos espirituales que nos pueden ayudar en nuestra lucha contra el pecado. Ora por tener un grupo de rendición de cuentas agradable a Dios que te ayude resistir el pecado y amar el Salvador. Busca tecnología que puede asistirte ser honesto y responsable, como Covenant Eyes o X3Watch. Estos programas pueden ayudarte mucho, pero no toman el lugar de un amigo preguntándote “¿Cómo estás?”.

8. Haz un plan contra tentaciones posibles.

(Efesios 6:10-20; 1 Pedro 1:13; 1 Pedro 5:8-9; 1 Corintios 10:7-14; Jueces 16:4-18; Génesis 4:7; 1 Pedro 2:11-12; Proverbios 22:5)

Tenemos que tomar en serio nuestra lucha contra el mundo, la carne y el diablo. Un buen atleta estudia a sus oponentes y aprende de sus propias derrotas, tratando de encontrar momentos de debilidad donde él pueda fortalecerse. Debemos ser astutos, formulando estrategias en la lucha para ser puro. Analiza cuáles mentiras has creído y contrarréstalas con la verdad. Analiza tu vida y observa en cuáles momentos comúnmente eres susceptible a la tentación, y estructura tu vida en una manera que te permita ganar contra la tentación. En Cristo, no eres un esclavo del pecado, sino que tienes todo lo necesario para vivir una vida santa y superar la tentación (2 Pedro 1:3, 1 Corintios 10:13).

9. Vive por el Espíritu.

(Romanos 8:1-11; Gálatas 5:16-25; 2 Corintios 3:16-18)

Dios no nos deja en esta vida solos, sino que nos da el mayor recurso posible para luchar contra el pecado: su Espíritu Santo. Romanos 8:13 nos dice que “si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne (del cuerpo), vivirán”. Caminar con el Espíritu fijará tu atención en las cosas espirituales y no en confiar en tu propia fuerza y sabiduría en la lucha contra el pecado.

10. No te rindas.

(Isaías 40:28-31; Salmos 121; Salmos 40; 1 Corintios 15:58; Lamentaciones 3:22-26)

En Cristo hay restauración, redención y sanidad. A pesar de que es posible desanimarte, pon tu esperanza en Cristo y predícate el evangelio una y otra vez. Toma en cuenta que tus esfuerzos y energías para perseguir a Cristo y luchar contra el pecado son agradables a Él, y corre tras Él con todo tu fuerza. Si estás en Cristo, tienes un Salvador viviente que vive en ti e intercede por ti.

Otros recurso:

  • eBook Gratis: Batalla Contra la Pornografía por Benjamin Vrbicek
  • Articulo: Batallando La Incredulidad de La Lujuria por John Piper
  • Recomiendo Covenant Eyes

Filed Under: Redes Sociales y Tecnología Tagged With: Pureza, Santidad

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