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Vida Cristiana

El fruto amargo de una vida enfocada en sí mismo

20/02/2019 by kevin Leave a Comment

En el capítulo de su libro El Sermón del Monte sobre Mateo 5:38–42 titulado “Negarse a Sí Mismo y Seguir a Cristo”, el doctor Martyn Lloyd-Jones retó a sus lectores a ver “hasta qué punto el yo controla su vida.”

He sido retado por sus palabras que describen la raíz de muchos problemas emocionales que he experimentado en mi vida. Espero que sus palabras te reten para tomar tu cruz y seguir a Cristo en fidelidad y gozo.

Examinen su vida, su trabajo ordinario, las cosas que hacen, los contactos que tienen que establecer con la gente. Piensen por unos momentos hasta qué punto el yo entra en todo esto. Es un descubrimiento sorprendente y terrible ver hasta qué extremo el interés propio y la preocupación por sí mismo están implicados, incluso en la predicación del evangelio. Es un descubrimiento horrible.

Demos un paso más. Me pregunto si alguna vez nos hemos dado cuenta de hasta qué punto la infelicidad, los problemas, los fracasos de nuestra vida se deben a una sola cosa, a saber, el yo. Recordemos lo ocurrido durante la semana pasada, los momentos o períodos tristes, de tensión, la irritabilidad, el mal carácter, las cosas hechas y dichas de las que se avergüenzan, las cosas que los turbaron y que los desequilibraron… La mayor parte de la infelicidad y dolor, la mayor parte de nuestros problemas en la vida y en nuestra experiencia, nacen de esta causa y fuente últimas, este yo.

El yo siempre significa desafiar a Dios; siempre significa ponerme a mí mismo en el pedestal en vez de a Dios, y por ello es siempre algo que me separa de Él. Todos los momentos de infelicidad en la vida se deben en último término a esta separación. Una persona que está en verdadera comunión con Dios y con el Señor Jesucristo es feliz. No importa que esté en una cárcel, que tenga los pies amarrados al cepo, que se esté quemando en una hoguera; es feliz si está en comunión con Dios. ¿No es ésta la experiencia de los santos a lo largo de los siglos? De modo que la causa última de toda aflicción o de la falta de gozo es la separación de Dios, y la única causa de la separación de Él es el yo. ¿Cuántas veces nos sentimos infelices? Quiere decir que, de una forma u otra nos buscamos a nosotros mismos o pensamos en nosotros mismos, en lugar de buscar la comunión con Dios. El hombre, según la Biblia, fue hecho para vivir por completo para la gloria de Dios. Fue hecho para amar al Señor Dios con todo el corazón, con todo el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas. Todo el ser del hombre fue hecho para glorificar a Dios. Por consiguiente, todo deseo de glorificarse a sí mismo o de proteger los propios intereses es por necesidad pecaminosa, porque me miro a mí mismo en lugar de mirar a Dios y de buscar su honor y gloria.


“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. Pues, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?” — Jesús en Marcos 8:34–36

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Las ventajas y los peligros de trabajar desde la casa

03/12/2018 by kevin Leave a Comment

La Internet ofrece a muchos cristianos la oportunidad sin precedentes de trabajar desde cualquier lugar del mundo, aun desde el hogar.

Como con todas las cosas en un mundo caído, si queremos glorificar a Dios con nuestro trabajo desde casa, debemos hacer lo mejor que podamos para aprovechar las ventajas y evitar las desventajas de trabajar así.

Por varios años he trabajado algunos días de la semana desde la casa y he disfrutado las ventajas de eso, pero también he visto algunos peligros en mi vida y en las de mis compañeros. Espero que la siguiente evaluación te ayude a pensar y trabajar con más fidelidad para la gloria de Dios.

Ventajas de trabajar desde la casa

  • Te ayuda a aprovechar el tiempo. Trabajar desde la casa significa que no necesitas ir en carro, bus, o tren a trabajar ni que perderás ese tiempo en el camino. Puedes levantarte en la mañana y trabajar inmediatamente si es tu preferencia. También puedes pasar más tiempo con el Señor o tu familia en las mañanas, ser más disciplinado con el ejercicio físico, o servir más en tu iglesia.
  • Te permite reducir gastos. Si trabajas desde casa, no gastarás tanto en el transporte para tu vehículo (gasolina, reparaciones, etc.). También, muchos trabajos no requieren ropa profesional como traje y corbata, permitiéndote ser más casual en tu vestimenta y así gastar menos en ropa.
  • Te permite trabajar desde muchos lugares. Algunos trabajos permiten que los empleados vivan lejos de la oficina, y algunos empleadores solo tienen oficinas digitales porque todos trabajan desde un lugar remoto. Mi casa en Chicago está a dos horas y media en carro de la casa de mi jefe pero, por medio de Internet, podemos hablar cada día cara a cara.
  • Te puede dar un horario flexible. Si estoy trabajando desde la casa y no tengo reuniones, mi horario normalmente es flexible y puedo tomar un descanso cuando quiera pasar tiempo con mi esposa, o salir a hacer las compras antes de que haya mucha gente en el supermercado.
  • Te da oportunidad de enfocarte y trabajar profundamente. Para mí, hay un montón de distracciones en la oficina que me impiden enfocarme para hacer trabajo profundo. Estas distracciones pueden ser conversaciones con compañeros, el sonido del teléfono, o personas hablando demasiado fuerte. La casa puede tener muchas distracciones también, pero con intencionalidad podemos transformar nuestra casa (o cuarto de la casa) en una zona perfecta para enfocarnos en nuestro trabajo.
  • Te puede reducir el estrés. El estrés a menudo viene por el mal tráfico, las relaciones estresantes, mayores gastos, y otras cosas que son normales para los que tienen un trabajo tradicional.
  • Muchas veces, los empleadores dan a sus empleados computadoras y celulares para su trabajo. Y todos que aman la tecnología dijeron: “¡Amen!”.

¡Estas ventajas son grandes! Al considerarlas, recordemos que las grandes oportunidades vienen con grandes responsabilidades de trabajar primero para nuestro amo principal: Cristo (Ef. 5:5–8).

Al mismo tiempo, no olvidemos que las consecuencias del pecado sobre el trabajo también afectan a quienes trabajamos desde casa (Gn. 3:17–19). También hay tentaciones y desventajas únicas.

Desventajas de trabajar desde la casa

  • Estar en la casa tiene sus distracciones. ¿Ver un partido de futbol durante el día? ¡Posible! ¿Lavar la ropa durante el día? ¡Posible! ¿Ser distraído por esas cosas? También posible. Un minuto de distracción en la casa rápidamente se expande para ser mucho más tiempo. Como creyentes llamados a ser sabios, aprovechando el tiempo que el Señor nos da (Ef. 5:15–16), es importante disciplinarnos con el uso de nuestro tiempo y estar seguros de que estamos agradando a nuestro Padre celestial al agradar a nuestro amo terrenal. Esto no significa no podemos poner la ropa en la lavadora durante el trabajo, pero sí significa que necesitamos administrar bien no solo los minutos del día, sino también nuestro enfoque. Si mi enfoque está en el trabajo de la casa en vez de mi trabajo, no estoy dando mi 100% al trabajo.
  • Es más fácil ser perezoso si nadie te supervisa. Trabajar desde casa requiere disciplina y organización. Nuestra productividad demuestra si somos verdaderos discípulos de Cristo. Es un asunto de integridad cristiana porque nuestros trabajos deben ser hechos en amor a Dios y a nuestro prójimo. Cada trabajo, no importa el que sea, sirve a alguien en este mundo, y nuestra pereza le roba la oportunidad a otros de disfrutar lo que hacemos. “También el que es negligente en su trabajo es hermano del que destruye” (Pr. 18:9).
  • Las relaciones con compañeros pueden ser más difíciles. Dios no nos hizo para relacionarnos a través de pantallas. Nos hizo para comunicarnos cara a cara. Aunque no es malo en sí hablar por el Internet, muchos de nosotros hemos perdido la bendición de tener mejores relaciones en persona. Alguien que trabaja desde la casa debe ser intencional en amar a otros y ser una luz para Cristo en su trabajo. Nos debe importar lo que está sucediendo en las vidas de nuestros compañeros, y debemos ver cómo podemos apoyarles en tiempos difíciles.
  • Se necesita mucha más intencionalidad en la comunicación. Sin ver a cada uno de tus compañeros día a día, tienes que construir estructuras para alcanzar tus metas. Por ejemplo, nuestro equipo se reúne por una hora cada semana para planear de nuestros proyectos, pedir ayuda, discutir retos que nos enfrentan, y orar. Sin embargo, debido a la distancia y los diferentes horarios, organizar esta clase de reuniones a veces puede ser difícil para muchos de nosotros.
  • Es fácil aislarse al trabajar desde la casa. Combina el aislamiento con acceso al Internet y tienes un ambiente perfecto para seguir los deseos de la carne en ver pornografía, comprar cosas que no necesitas, o perder tiempo en las redes sociales. Ten cuidado y busca el apoyo de tu cónyuge o iglesia para confesar tus pecados, rendir cuentas, y vivir en integridad.
  • Puede destruir tu cuerpo. Dios no nos creó para estar sentados por muchas horas cada día de cada semana por años y años. Yo he sufrido dolores en el cuello y también el síndrome del túnel carpiano por sentarme tanto enfrente de una computadora con una mala postura. Debemos ser cuidadosos con esto.
  • Puede ser estresante balancear la vida y el trabajo. Puede ser frustrante para ti y tu familia en casa comunicarles a veces la idea de que “estás allí pero no estás allí”, especialmente cuando alguien en el hogar tiene una pregunta que solo tomaría un minuto de tu tiempo. También, si usamos mal nuestra flexibilidad, nos da estrés porque no estamos haciendo lo que debemos hacer.

Si trabajas desde casa, probablemente reconoces muchas de estas ventajas y desventajas. Da gracias a Dios por tu privilegio, y pide su ayuda para maximizar tu productividad para su gloria. Te animo a ser agradecido por los beneficios de trabajar desde la comodidad de tu hogar, mientras al mismo tiempo te animo a estar al tanto de las desventajas que puedes experimentar.

Busca crecer en tus habilidades de enfocarte, bloquear distracciones, planear tu trabajo, y avanzar las metas de tu empleador, recordando “que cualquier cosa buena que cada uno haga, esto recibirá del Señor” (Ef. 6:8).

Publicado originalmente en Coalición por el Evangelio. También es disponible en ingles.

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5 mentiras acerca del trabajo

21/11/2018 by kevin Leave a Comment

Mi primer trabajo fue en un puesto de comida de una piscina pública. Tenía 15 años, y desde entonces hasta acá me ha encantado trabajar. He trabajado entregando cartas para el correo, recogiendo basura para mi universidad, haciendo marketing para una empresa, y ahora como misionero entrenando pastores en la predicación expositiva.

Aunque tengo padres cristianos muy buenos quienes me enseñaron el valor de trabajar duro, no siempre veía la relación entre el trabajo y ser un seguidor de Cristo. En mi mente, conocía algunas de las verdades sobre cómo mi fe informaba mi manera de trabajar, pero estas verdades no llegaban a mi corazón.

Varias veces he aprendido, de manera difícil, cómo Dios quiere que trabajemos como cristianos. Por Su gracia, Dios me ha revelado varias mentiras sobre el trabajo que han infiltrado mi vida. Oro que estas lecciones te den una visión más grande de Dios y de Su propósito para el trabajo.

Mentira 1: El trabajo no es parte del plan perfecto de Dios.

Por mucho tiempo creía que el trabajo era uno de los resultados del pecado y no parte del plan original ni del buen diseño de Dios. Esta mentira probablemente entró a mi cerebro cuando era niño, observando a la gente en los programas de televisión quejarse de su trabajo y oyendo los gemidos de mis compañeros en la escuela que no querían hacer sus tareas. “En un mundo perfecto”, pensaba yo, “nadie tendría que trabajar, y yo podría hacer lo que quiera todo el día”, sin darme cuenta de que la mayoría de las cosas que quería hacer (jugar videojuegos, comer comida chatarra, y ver deportes) es imposible sin el trabajo de otras personas.

Las Escrituras nos muestran una realidad diferente, una que dice que el trabajo es una parte integral del plan de Dios para el mundo. Hemos sido creados a la imagen del Dios que trabajó en la creación. Él nos dio su ejemplo trabajando en la creación para que podamos seguirle y reflejarle en nuestro trabajo. Esta es la razón por la que Dios dio a Adán el “mandato cultural” de sojuzgar la tierra y tener dominio sobre cada cosa viviente (Gn. 1:28).

El mandato de trabajar vino antes de la Caída. El pecado pervirtió el buen diseño de Dios, resultando en que el trabajo fuera difícil y doloroso (Gn. 3:17-19). Sin embargo, aunque el pecado haya cambiado muchos aspectos del trabajo para nosotros hoy, no cambió el propósito de Dios.

Mentira 2: Mi trabajo se trata de mí.

Creí esta mentira por mucho tiempo. En mi corazón y mi mente, el que se beneficiaba más de mi trabajo era yo. Quería el dinero, la oportunidad, y el estatus que viene con mi trabajo. Cuando algo en el trabajo impedía mi habilidad de alcanzar lo que yo quería, me frustraba y causaba que mi actitud y motivación sufrieran.

Las Escrituras dicen que nuestro trabajo debe ser como “para el Señor” (Co. 3:23). Esto significa que Él es nuestro Jefe principal y tendremos que rendirle cuentas sobre nuestro trabajo. Dios creó el trabajo para bendecir a otros. Esto es tan cierto para el cocinero, como lo es para el conductor, el vendedor, el maestro, y el banquero, entre otros. Este nuevo enfoque hacia otros nos ayuda a obedecer los dos grandes mandamientos: amar a Dios y a nuestros prójimos.

Mentira 3: El único trabajo que Dios aprecia es el ministerio a tiempo completo.

Por mucho tiempo luchaba con mi llamado porque creía que no podía servir a Dios y tener un trabajo “normal” al mismo tiempo. Es cierto que un trabajo ministerial, como pastor o misionero, es uno que de manera más directa parece avanzar el reino de Dios, pero no significa que un trabajo no ministerial a tiempo completo no le sirva también a Dios. Si haces tu trabajo para el Señor, Él te puede usar.

Piensa en José, quien honró a Dios como pastor de ovejas, prisionero, oficial en la casa de Potifar, y eventualmente el hombre a la mano derecha del faraón. Daniel trabajo similarmente en el gobierno de Babilonia, permaneciendo fiel contra las presiones culturales y malas, y resistiendo hasta leyes y reyes que deseaban quitarle su vida. Abdías también trabajo como oficial del rey, protegiendo y alimentando a los profetas de Dios quienes estaban siendo perseguidos por la reina (1 Re. 18:3-4).

En pocas palabras: somos siervos de Dios no importe dónde trabajemos.

Mentira 4: El reposo es opcional.

Un verano durante mis estudios en el seminario, mi jefe me ofreció una gran oportunidad: “Kevin, este verano, puedes trabajar todas las horas que quieras, incluso sean horas extra, y te pago más”. ¿Horas extra y me pagará más? Decidí aprovechar esta oportunidad.

Después de unas semanas en las que trabajé más de 55 horas (sin mencionar mis responsabilidades en la iglesia), me di cuenta que empecé a odiar mi trabajo, mis responsabilidades en la iglesia, y hasta pasar tiempo con mis amigos. Tanto trabajo me desanimó física y espiritualmente. ¡Necesitaba un descanso!

A mi plan le faltaba una parte integral del plan de Dios para el trabajo: el reposo. Nuestro reposo imita al reposo que Dios tuvo después de crear al mundo (Éx. 20:8-11) y en las palabras de Timothy Keller, es “una celebración de nuestro diseño”. El reposo verdadero enfoca nuestros corazones en el Creador y nos rejuvenece para poder trabajar más.

El reposo tiene muchas dimensiones. Existe más que solo el reposo físico. El reposo espiritual se encuentra en Cristo cuando ponemos nuestra fe en Él. En Cristo reposamos del deseo de ganar la aprobación de Dios con nuestras obras (Mt. 11:28-30; He. 4:3). Necesitamos los efectos rejuvenecedores del reposo espiritual en comunión con Dios a través de la oración y de las Escrituras, del tiempo a solas con Él, y en comunión con otros creyentes.

Mentira 5: Mi trabajo me da mi identidad.

Es cierto que nuestro trabajo nos da parte de nuestra identidad terrenal. Pero si encuentro mi identidad y valor en mi trabajo, ellas dependerán de lo que hago. Y cuando haga bien, rápidamente mi trabajo se convertirá en un ídolo. Y cuando me vaya mal, tendré dudas si lo que estoy haciendo es lo que Dios realmente quiere.

Hay varias verdades que contradicen esta mentira sobre el trabajo. Somos pecadores perdonados, comprados por la sangre de Cristo y somos hijos de Dios. Por esta razón Jesús murió, para “redimirnos de toda iniquidad y purificar para si un pueblo para posesión suya” (Ti. 2:14). Si crees en Cristo, tu identidad no está en tu trabajo sino en Cristo. Este aspecto fundamental de tu identidad debe tocar las profundidades de tu ser hoy y 100,000 años en el futuro.

Trabajando en el poder del evangelio

La muerte y resurrección de Cristo otorga a cada creyente una nueva identidad y un nuevo poder en el Espíritu Santo para hacer su trabajo. En vez de separar nuestro trabajo de la adoración y la alabanza, debemos juntarlos para la gloria de nuestro Rey. En vez de enfocarnos en las frustraciones de trabajar en un mundo caído, el evangelio nos recuerda que gracias a la obra de Cristo en la cruz no siempre será así. Y en lugar de luchar para encontrar nuestro valor propio, podemos descansar en la verdad de que en Cristo, ya tenemos valor infinito en los ojos de nuestro Padre.

Lee este artículo en ingles.

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Cuando nuestras oraciones parecen no tener respuesta (R.C. Sproul)

24/08/2018 by kevin Leave a Comment

A veces nos parece que a nuestras oraciones les falta fuerza para traspasar el techo. Es como si nuestras peticiones llegaran a oídos sordos, y Dios permaneciera indiferente o despreocupado respecto a nuestro apasionado ruego. ¿Por qué nos acosan estos sentimientos?

Hay varios motivos por los cuales a veces nos frustramos en la oración. Examinaré algunos de los más importantes:

  1. Oramos sobre vagas generalidades. Cuando todas nuestras oraciones son vagas o bien de alcance universal, es difícil que experimentemos la euforia que acompaña a las respuestas claras y evidentes a la oración. Si le pedimos a Dios que “bendiga a todos en el mundo” o que “perdone a todos los del pueblo”, es difícil “ver” la oración contestada en alguna forma concreta. No está mal tener un rango amplio de interés al orar, pero si toda oración es tan general, entonces ninguna oración tendrá una aplicación específica y concreta.
  2. Estamos en guerra con Dios. Si no estamos en armonía con Dios o estamos en abierta rebelión contra él, difícil es que podamos esperar que preste oído benevolente a nuestras oraciones. Su oído se inclina hacia quienes lo aman y buscan obedecerle. Dios aleja su oído del malvado. Por lo tanto, una actitud de reverencia hacia Dios es vital para la efectividad de nuestras oraciones.
  3. Tendemos a ser impacientes. Cuando oro por paciencia, tiendo a pedirla “¡ahora mismo!”. No es inusual que esperemos años, de hecho décadas, para que nuestras más sinceras peticiones sean respondidas. Dios rara vez tiene prisa. Por otra parte, nuestra fidelidad a Dios tiende a depender de los actos “ágiles y corteses” de Dios. Si Dios se tarda, nuestra impaciencia da paso a la frustración. Necesitamos aprender la paciencia, pidiéndole a Dios su paz.
  4. Tenemos mala memoria. Es fácil que olvidemos los beneficios y dones recibidos de la mano de Dios. La persona piadosa recuerda los dones de Dios y no necesita uno nuevo a cada hora para mantener su fe intacta.

Si bien Dios efectivamente apila gracia sobre gracia, deberíamos ser capaces de alegrarnos por los beneficios de Dios aun si nunca recibiéramos otro beneficio de él. Recuerda al Señor cuando vayas ante él. Él no te dará una piedra cuando le pidas pan.

Es un fragmento del libro ¿Puede la oración cambiar las cosas? (gratis en Kindle) by R.C. Sproul. Usado con amable permiso de Ligonier. Hay más libros Kindle gratis en la serie Preguntas Cruciales: 

  • ¿Qué significa nacer de nuevo?
  • ¿Quién es el Espíritu Santo?
  • ¿Qué puedo hacer con mi culpa?
  • ¿Controla Dios todas las cosas?
  • ¿Qué es la Trinidad?

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La Copa Mundial a la luz de la eternidad

12/06/2018 by kevin 1 Comment

“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas…”, Apocalipsis 7:9.

¿No es cierto que este pasaje suena como la Copa Mundial? Precisamente esto fue lo que el mundo pudo ver en este último evento deportivo, el más grande de toda la historia en cuanto a su audiencia: una inmensa multitud de todas las nacionalidades. Pero lo que Apocalipsis describe es algo mucho, mucho mayor: es un vistazo a la celebración más grande de toda la historia.

En la providencia de Dios, empecé a leer el libro de Apocalipsis mientras la Copa Mundial comenzaba, y quedé impresionado de cuántos paralelos encontré entre la adoración en el cielo y la Copa Mundial en la tierra. Mientras que la emoción y los detalles de esta Copa Mundial van quedando en el pasado, la descripción de Juan me llevaba a ver hacia adelante, a algo perdurable, algo más grande y verdaderamente glorioso.

Alcanzando un premio eterno

Atletas y entrenadores dedican gran parte de sus vidas a tratar de obtener un trofeo hecho de oro que no durará para siempre. Nuestra fe, que es más preciosa que el oro (1 P. 1:7) nos asegura el premio sublime que es “una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para ustedes”, 1 Pedro 1:4. Nosotros no ganaremos trofeos: ganaremos coronas, las cuales pondremos delante del trono de Dios en adoración.

“Los veinticuatro ancianos se postran delante de Aquél que está sentado en el trono, y adoran a Aquél que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: ‘Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder, porque Tú creaste todas las cosas, y por Tu voluntad existen y fueron creadas’”, Apocalipsis 4:10-11.

Cánticos eternos

Los cantos jubilosos de victoria de los equipos nacionales serán reemplazados por nuevos cantos de adoración a nuestro Dios. Estos cantos se enfocarán en la gloria de Dios y en su bondad hacia nosotros en el evangelio.

Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque Tú fuiste inmolado, y con Tu sangre compraste (redimiste) para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación. Y los has hecho un reino y sacerdotes para nuestro Dios; y reinarán sobre la tierra”, Apocalipsis 5:9-10.

Vistiendo vestiduras eternas

Camisas, pintura para la cara y atuendos extravagantes muestran el amor que los fanáticos de la Copa Mundial sentían por sus países. Otros ondeaban grandes banderas y pancartas para añadir a su celebración y afiliación. Los ciudadanos del cielo tendremos un atuendo inigualable: celebraremos la limpieza de nuestros pecados vistiendo túnicas blancas y ondeando hojas de palma para celebrar al Rey que redimió a Su pueblo.

”…estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos con vestiduras blancas, y con palmas en las manos” Apocalipsis 7:9-11.

Disfrutando de eterna paz

Mientras que el mundo entero aparenta unirse durante la Copa Mundial, dando la apariencia de una victoria diplomática, la verdad es que esta paz es superficial: solo hay que ver lo que ocurre cuando pierden o ganan equipos contrarios. Además, hay naciones que no tienen acceso, por política o por su tamaño. El evangelio es diferente y hace lo que el hombre nunca podrá hacer por medio de un deporte o de cualquier otra cosa. Cristo llamará de toda nación a un pueblo que le adorará por siempre, trayendo perfecta paz a aquellos que lo siguen.

”¡Oh Señor! ¿Quién no temerá y glorificará Tu nombre? Pues sólo Tú eres santo; Porque  todas las naciones vendrán y adorarán en  Tu presencia , Pues Tus justos juicios han sido revelados”, Apocalipsis 15:4.

Siendo testigos de la justicia eterna

Como tantas cosas en nuestro mundo post-Génesis 3, la Copa Mundial gime por justicia. Malos árbitros, trampas, corrupción, desperdicio y tráfico humano por razón del evento claman injusticia y revelan cuánto anhelamos el juicio justo de Dios y Shalom en la tierra. Podemos tener confianza de que Dios ejecutará su perfecto juicio y corregirá todas las cosas.

“¡Sí, oh Señor Dios Todopoderoso, verdaderos y justos son Tus juicios!”, Apocalipsis 16:7.

Regocijándonos en la victoria eterna

La corona de victoria en la Copa Mundial durará solo cuatro años, y no ayuda para nada en competencias futuras. Cristo es el ganador máximo quien ha derrotado al demonio conquistando el pecado y la muerte. Nosotros compartiremos la victoria de nuestro Señor en el futuro, y tenemos su poder ahora para combatir el pecado y vivir vidas santas. Por la victoria de Cristo, somos más que vencedores (Romanos 8:37) y podemos participar en Su gloria eterna.

“Oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas y como el sonido de fuertes truenos, que decía: “¡Aleluya! Porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina”, Apocalipsis 19:6.

Anhelando la eternidad

Vivimos en el “ya pero todavía no”. Mientras ponemos nuestra mira en la eternidad, no nos olvidemos de que todavía tenemos mucho trabajo que hacer. Aquí hay unas cuantas preguntas para reflexionar mientras piensa en lo que le resta de su vida aquí en la tierra:

  • ¿Cuál es su mayor premio? La respuesta a esta pregunta revelará a quién y a qué le servirá usted. Haga de su mayor premio lo que el Apóstol Pablo nos dice: “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”, Filipenses 3:14.
  • ¿Qué está usted celebrando? Debemos de celebrar la persona de Cristo y Su gloriosa salvación que solo proviene de Él, en nuestras vidas, en nuestros hogares y en nuestras iglesias. No permita que un juego de fútbol o una ganancia del mundo le emocionen más que el ser hallado justo en Cristo y libre del juicio de Dios.
  • ¿Cómo está usted promoviendo la paz y la justicia? Aunque nunca tendremos perfecta paz y justicia hasta que lleguemos al cielo, podemos mostrarle a este mundo un anticipo del perfecto Reino de Dios aquí en la tierra, actuando justamente y mostrando misericordia en una variedad de maneras, tanto personalmente al igual que como iglesia.
  • ¿Está usted viviendo en la confianza de la victoria de Cristo? Al fin de cuentas, la victoria en Cristo debería impactar nuestro amor por Él, nuestra búsqueda de la santidad, nuestra valentía al compartir el evangelio, y cómo  enfrentamos el sufrimiento como siervos de Cristo. ¿Está la victoria de Cristo haciendo una diferencia en su vida?

A medida que la emoción de la Copa Mundial se diluye y su vida vuelve a la normalidad, espero que estas ideas puedan motivarle a vivir a la luz de su futuro hogar y proclame con las multitudes, “La salvación y la gloria y el poder pertenecen a nuestro Dios!”. ¡Maranatah! ¡Ven, Señor Jesús!

Publicado originalmente en Coalición por el Evangelio.

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Cómo tener una vida de oración más gozosa

30/04/2018 by kevin Leave a Comment

Cómo tener una vida de oración más gozosa

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Si tuvieras que describir tu vida de oración en una palabra, ¿qué elegirías? ¿Fiel? ¿Eficaz? ¿Gozosa?

¿O elegirías palabras como irregular, inconsistente, o blah?

Yo también he estado allí. Y hasta hace poco, no me había preocupado; pensaba que era normal y que todo estaba bien. Pero después me di cuenta de que estar contento con una vida de oración mediocre expone una visión anémica de Dios. Hace que Dios parezca opcional en vez de supremo, y distante en lugar de accesible a través de la fe en Cristo. Me di cuenta de que Él es digno de mucho más que mis excusas y mi pereza.

Una vida de oración más gozosa puede estar más cerca de lo que piensas, incluso si no tienes idea de cómo llegar allí. Dios quiere que disfrutemos de Él en oración; a veces todo lo que se necesita es una pequeña rampa que nos lleve a la carretera de la oración gozosa y la comunión más profunda con Dios. Aquí cinco ánimos que podrían ayudarte en este camino.

Ánimo #1: Medita en Dios como nuestro Padre.

En las primeras palabras de la oración del Señor, Jesús nos invita a dirigir nuestras oraciones así: “Padre nuestro que estás en los cielos” (Mt. 6:9). Ver a Dios principalmente como Padre nos impide verlo como un juez severo, un poder superior e impersonal, o un genio mágico que otorga deseos.

Nuestro Padre todopoderoso nos ama como sus hijos y busca lo mejor para nosotros. Él tiene el poder y el deseo de guiar nuestras vidas, responder a nuestras oraciones, y cumplir sus propósitos en nosotros. Nuestra relación con nuestro Padre Celestial es imposible de romper y su amor por nosotros infinito.

Conocer las implicaciones esto nos da confianza en la oración: “Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no negó ni a Su propio Hijo, sino que Lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también junto con El todas las cosas?” (Ro. 8:31b-32).

Cuando luchas en la oración, anímate reconociendo que tu Padre lo sabe y que incluso así te ama. Cobra ánimo porque, incluso cuando no sientes amor hacia Dios, puedes acercarte a Él sabiendo que Él te ama. Todo lo que se necesita es mencionar la palabra “Padre” para entrar en un mundo de deleite.

Ánimo #2: Confiesa tus pecados.

Durante las temporadas espirituales difíciles de mi vida, la culpa por mi pecado me impidió orar. ¿Cómo podría alguien tan indigno como yo acercarse a un Dios santo? Esta actitud revela una comprensión débil del evangelio. La verdad es que Dios conoce nuestro pecado y nos invita a confesarlo y recibir su purificación (1 Jn. 1:9; cf. Mt. 6:12; Sal. 32).

Según Calvino, “El principio, e incluso la preparación de la oración apropiada es la petición de perdón con una confesión de culpa humilde y sincera… no es extraño que los creyentes abran la puerta a la oración con esta llave…”.

Cuando te sientas abatido por el peso de tu pecado, toma la llave de la confesión y entra por la puerta a la oración. Deja que tu pecado te conduzca a una sincera confesión y a una confiada alegría en el Cristo que vino a rescatar a los pecadores y a darles acceso al Padre (1 Ti. 1:15; ver Heb. 4:16).

Ánimo# 3: Ora las oraciones que Dios quiere contestar.

Dios quiere escuchar tus oraciones porque “la oración de los rectos es su deleite” (Pr. 15:8). Él también garantiza a responder a ciertas oraciones. ¿Por qué no tomarle la palabra a Dios y orar lo siguiente?

Ora por sabiduría

Santiago 1:5 dice: “Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”. Dios nos otorgará sabiduría para cualquier situación; solo tenemos que pedirla.

Ora según la voluntad de Dios

Considera 1 Juan 5:14-15: “Esta es la confianza que tenemos delante de El, que si pedimos cualquier cosa conforme a Su voluntad, El nos oye. Y si sabemos que El nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que Le hemos hecho”. Esta promesa (que también puede expresarse como la oración en el nombre de Jesús) debería envalentonar nuestras oraciones y agudizar nuestras expectativas.

Dado que la Escritura es la voluntad revelada de Dios, al orar las palabras de la Escritura de vuelta a Dios, aplicamos esta verdad de manera poderosa. Ten en cuenta estos ejemplos de oraciones que Dios quiere contestar:

  • Ora para ser santificado (1 Tes. 4:3).
  • Ora por una mente renovada y una vida apartada (Ro. 12:1-2).
  • Ora para dar fruto al permanecer en Cristo (Jn 15:1-8).
  • Ora por la gracia de agradar a Cristo en tu trabajo (Ef. 6:5-8).
  • Ora por la alegría y la presencia del Espíritu en medio del sufrimiento (Ro. 5:3-5).

Ora las oraciones de la Biblia

La Biblia proporciona un almacén de oraciones inspiradas por el Espíritu. Ya sean las oraciones del apóstol Pablo, de Moisés, o de Jesús mismo (cf. Mt. 6:9-14; Jn. 17), orar las palabras de las Escrituras nos ayuda a acercarnos a Dios con palabras de su elección para que pensemos sus pensamientos y pidamos las cosas cerca de su corazón.

He visto cómo Dios ha respondido a mis oraciones haciendo eco de la petición de Pablo en Efesios 1:15-23. En esta oración, Pablo ora para una comprensión espiritual más profunda de tres cosas: la esperanza, el amor, y el poder del evangelio. Nunca hubiera pedido por estas tres cosas sin el ejemplo de Pablo. Estos tipos de respuestas a la oración alimentan mi deseo de orar.

Orar por estas cosas no garantiza que Dios responderá como nos plazca, sino que actuará como una baranda de protección para asegurar que nuestros corazones estén en línea con sus propósitos.

Ánimo #4: Da gracias.

La acción de gracias nos ayuda a no enfocamos en nuestras circunstancias, sino en todo lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo. Cuando se combina con la oración genuina, la acción de gracias nos lleva a experimentar la paz de Dios que trasciende el mundo (Fil. 4:6-7).

El famoso comentarista de la Biblia Matthew Henry proporciona un ejemplo perfecto de cómo la acción de gracias lleva a la alegría. Al reflexionar sobre el robo de su billetera, escribió en su diario las siguientes palabras:

“Señor, ayúdame a estar agradecido; primero, porque nunca antes he sido robado; segundo, porque aunque se llevaron la cartera, no me quitaron la vida; tercero, porque aunque se llevaron todo lo que yo tenía, no era mucho; y cuarto, porque fui yo quien fui robado y no quien robó”.

La gratitud de Henry convirtió una situación traumática en una oportunidad para contemplar la gracia de Dios. Como hijos de Dios comprados con su sangre y esperando una herencia eterna, siempre tenemos razones para dar gracias (1 Tes. 5:18).

Permite que un corazón agradecido y centrado en el evangelio te conduzca a una comunión gozosa con el Padre.

Ánimo #5: Medita en las promesas de Dios.

Las riquezas del evangelio son demasiado grandes y gloriosas para entenderlas completamente. Solo se pueden captar de manera creciente a medida que meditamos en ellas para comprenderlas. Calvino dice: “Nosotros excavamos por la oración los tesoros que fueron señalados por el evangelio del Señor, y que nuestra fe ha contemplado”. Algunos tesoros del evangelio solo son desenterrados con la pala de la oración.

Meditar en las “preciosas y maravillosas promesas” de Dios (2 Pe. 1:4) nos llevará más profundamente en las inescrutables riquezas de Cristo y causará que el asombro brote en nuestros corazones.

Te sugiero meditar en promesas específicas para las circunstancias de tu vida: tus luchas con el pecado, tus dudas, tus relaciones, tu trabajo, etc. A medida que las promesas de Dios se apoderen de tu mente y corazón, tendrás mayor alegría.

Spurgeon comenta: “El mejor hombre que ora es el hombre que está más fielmente familiarizado con las promesas de Dios. Después de todo, la oración no es otra cosa que tomar las promesas de Dios para él, y decirle: ‘Haz lo que has dicho’”.

Oración: el camino hacia una alegría más plena en Dios

Conocer las indicaciones para la oración gozosa no es lo mismo que usarlas a diario. Debemos crecer en oración al planear tiempo para buscar a Dios diligentemente. Esto no es solo un propósito de Año Nuevo, es un propósito de la vida.

En muchos sentidos, este artículo tiene un nombre inapropiado. Nuestro objetivo no debe ser simplemente la oración gozosa, sino el gozo en Dios a través de la oración. A medida que nos disciplinamos con ese objetivo, nuestra fe se fortalecerá y se enriquecerá al vivir cada vez más en Su presencia donde hay plenitud de gozo (Sal. 16:11).

Artículo originalmente publicado en Coalición por el Evangelio.

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